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Dieciséis letrados se suman a las filas del Colegio de la Abogacía de Almería

El decano advierte que la denominación de “abogado” corresponde solo a los colegiados e insta a ejercer con independencia, deontología y dignidad

El Ilustre Colegio de la Abogacía de Almería ha acogido este viernes un nuevo acto de jura o promesa por el que dieciséis letrados y letradas se incorporan a la institución colegial, sumando savia nueva a la organización más veterana de este tipo en la provincia.

En concreto, han jurado o prometido en esta ocasión: Francisco Manuel Pérez Yáñez; Lavinia Kristoff Oros; Mohammed Bekkaoui; Elvira Gutiérrez Maldonado; Clara Margarita Salom Puertas; Rachida Kastal Eddoumi; Guisell Jimena Peña Soto; Mariola Molina Pastor; Irene Moreno Arias; Manal Wahbi Smaili; Dina Lahfati El Habsaoui; Luis Miguel Merino Encalada; Antonio Manuel Sánchez Lorenzo; María del Mar Pérez de Perceval Bautista; Francisco Cortés Castro; y José Montes Martínez.

Han sido sus padrinos y madrinas, respectivamente: Rafael Docavo Muñiz; Juan Carlos Rodríguez Rodríguez; Rafael Docavo Muñiz; José Luis Godoy Ramírez; Esteban Giménez Rivadeneyra; Esteban Giménez Rivadeneyra; Esteban Giménez Rivadeneyra; Carmen García Fernández; José Luis García Planchón; Dolores Muñoz Pinto; José Luis García Planchón; Esteban Hernández Thiel; José Manuel Benavides Puga; Esteban Arimany Lamoglia; Víctor Pérez Castro; y José María de Cueto Peña.

Palabras del padrino

El encargado de dar la bienvenida a los nuevos colegiados ha sido José Luis Godoy Ramírez, director de la Escuela de Práctica Jurídica, quien recordó que la relación entre padrinos y apadrinados no termina en el acto, sino que se mantiene en el tiempo como acompañamiento profesional.

Godoy destacó que los nuevos abogados han elegido “un camino más largo” frente a opciones más cómodas, pero que con ese esfuerzo podrán alcanzar “cualquier aspiración que se propongan”. Hizo además un recorrido histórico por la abogacía, desde Roma y Alfonso X el Sabio hasta Quevedo, para concluir que el abogado no es solo quien litiga, sino también “consejero, investigador y apóstol de las ciencias jurídicas”.

Con un consejo práctico, recordó que a los abogados se les paga “no por ser los más listos ni los más guapos, sino por trabajar”, un trabajo que debe realizarse con honor, orgullo y dignidad. Y cerró con un guiño a John Morgan: “Un abogado no necesita ser villano, solo requiere sentido común y una uña más o menos limpia”.

Clausura del decano

El acto fue clausurado por el decano Juan Luis de Aynat, quien advirtió que la denominación de “abogado” corresponde únicamente a quienes están incorporados en un Colegio de la Abogacía, y anunció que la corporación ha trasladado a la Consejería de Justicia su oposición a que se emitan certificaciones administrativas con esa titulación sin colegiación previa.

De Aynat habló de la cara más áspera de la profesión, que consiste en gestionar calamidades ajenas y soportar tensiones añadidas por la inmediatez de la comunicación actual y la irrupción de la inteligencia artificial. Recordó que la independencia y la deontología son pilares fundamentales: “hay cosas que no se pueden hacer, no se deben hacer, o simplemente no sabemos hacer y lo honesto es reconocerlo”.

Frente a esa dureza, subrayó también la parte más satisfactoria de la abogacía: un ejercicio intelectual de enorme riqueza, con aprendizaje constante y formación humanista y científica. “Somos letrados, y eso es una condición que dignifica”, señaló, antes de dar la bienvenida a los nuevos colegiados y felicitar a sus familiares y padrinos.

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