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AGAMA Bajo Guadalquivir advierte que el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono que entra en vigor en enero provocará un nuevo aumento de costes de producción al campo europeo

“Es pura hipocresía querer tasar los fertilizantes producidos en terceros países, pero no tasar los alimentos que se importan desde esos mismos países y que han usado esos mismos fertilizantes”

AGAMA Bajo Guadalquivir advierte de que la aplicación del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), aprobado por la Unión Europea en 2023 pero cuyo fin del periodo de transitorio es el próximo 31 de diciembre, implica la aplicación total del Reglamento, va a generar un nuevo incremento de costes para los agricultores y otra nueva pérdida de competitividad frente a terceros países.

AGAMA, tras realizar un análisis sobre el impacto de esta medida a través de su organización estatal Unión de Uniones, señala que la inclusión de los fertilizantes entre los productos afectados por el CBAM, combinada con la eliminación progresiva de derechos de emisión gratuitos a los fabricantes europeos, incrementará directamente el precio de uno de los insumos clave para las explotaciones europeas.

La organización explica que, tanto los productores europeos de fertilizantes, que deberán asumir el coste de sus derechos de emisión, como los fabricantes extranjeros, sujetos al nuevo ajuste en frontera, trasladarán ese coste adicional al precio final. Esto significa que los agricultores europeos asumirán un incremento de costes que afectará a su rentabilidad y que puede derivar en una nueva caída de la producción comunitaria.

AGAMA subraya que, si la UE obliga al sector agrario europeo a cumplir objetivos crecientes en materia ambiental y climática, pero permite que los productos agrícolas de terceros países —producidos con estándares mucho más laxos y mayores niveles de emisiones— entren en el mercado sin una corrección equivalente, se genera un dumping climático que castiga a los agricultores europeos y desincentiva la producción dentro de la UE. “Es pura hipocresía querer tasar los fertilizantes producidos en terceros países, pero no tasar los alimentos que se importan desde esos mismos países y que han usado esos mismos fertilizantes”.

En Andalucía el gasto en fertilizantes ascendió hasta los 704,79 millones en 2022

Así, el efecto final del CBAM puede reforzar la fuga de carbono en la agricultura, ya que los alimentos producidos en la UE soportarán costes más altos que sus competidores internacionales. La propia Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo (COMAGRI) advirtió de este riesgo.

En este sentido, AGAMA, a través de Unión de Uniones, ya reclamó la necesidad de la ampliación del CBAM a los productos agrícolas y agroalimentarios, y que se habiliten medidas de apoyo específicas para los agricultores.

Los datos del sector refuerzan la preocupación. Sólo en España, el gasto agrícola en fertilizantes supera los 2.300 millones de euros anuales, representando en torno al 7,5 % de los consumos intermedios. Para muchas comunidades autónomas —especialmente aquellas con cultivos de alto valor— cualquier incremento adicional en el precio de estos insumos afectará directamente a la viabilidad de miles de explotaciones. Por lo que respecta a Andalucía, esta cifra asciende a los 704,79 millones en el último año que hay registro, por lo que este mecanismo tendría un gran impacto para el campo andaluz.

Unión de Uniones reitera que los agricultores europeos son de los más eficientes del mundo en términos ambientales, y que la UE no puede impulsar políticas que, en la práctica, reduzcan la producción interna y aumenten la dependencia alimentaria de terceros países, con peores estándares climáticos y laborales.

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