Entrevistamos a Ana Gea, reconocida como Economista del Año por el Colegio de Economistas de Almería
Con más de 25 años de trayectoria vinculada al desarrollo universitario, la transferencia de conocimiento y la innovación, Ana Gea se ha consolidado como una de las voces más influyentes en la conexión entre universidad, empresa y sociedad en Almería. Gerente de la Fundación de la Universidad de Almería y referente en múltiples proyectos estratégicos, Ana dedica su energía y corazón a impulsar el progreso económico y social de la provincia, convirtiéndose en una figura clave cuya pasión y compromiso inspiran a quienes la rodean y permiten entender con ilusión el presente y el futuro del territorio.
En primer lugar, enhorabuena por este reconocimiento. ¿Qué supone para usted recibir el galardón de Economista del Año por parte del Colegio de Economistas de Almería?
La verdad es que para mí es un orgullo que compañeros míos del Colegio hayan pensado en mí. Me sorprendió bastante. En principio pensé, bueno, es que voy cumpliendo años y eso se nota, pero sobre todo una gran alegría. No me lo esperaba en absoluto. Yo soy una persona muy trabajadora, muy constante, conozco a mucha gente debido a tantos años de trayectoria, pero que además te reconozcan por tu buen hacer es una gran alegría, la verdad.
Estuviste en los inicios del Colegio Profesional de Economistas de Almería…
Mi vinculación con el Colegio de Economistas de Almería comenzó prácticamente al mismo tiempo que mi carrera profesional. Cuando aún era estudiante —estamos hablando de 1997— participé en la creación de la sectorial que dependía entonces del Colegio de Sevilla. Antes de poder constituir oficialmente el Colegio de Economistas de Almería, era necesario alcanzar un número mínimo de profesionales adscritos; en aquel momento, nuestro objetivo era llegar a los 100 colegiados, y recuerdo muy bien el esfuerzo que supuso movilizar a compañeros para lograrlo.
Formar parte de ese proceso fundacional fue muy especial. Yo estaba recién titulada, todavía explorando hacia dónde orientar mi carrera —de hecho, llegué a cursar un máster en auditoría, aunque finalmente no me he dedicado a ello—, y vivir los inicios del colegio me marcó profundamente. Fue una etapa en la que crecí mucho profesionalmente y también a nivel personal.
Dentro de la Junta de Gobierno he pasado por distintos cargos: primero fui tesorera, después secretaria —cargo en el que estuve varios años antes de dar paso a otros compañeros— y más tarde vocal. Durante todos esos años formé parte activa de la directiva, especialmente en la etapa inicial tras la constitución del Colegio.
Por eso siempre digo que le tengo un cariño especial: para mí el Colegio forma parte de mi trayectoria, de mi identidad profesional y, en cierto modo, también de mi juventud. Haber estado presente desde sus inicios, haber vivido aquellas primeras reuniones y ese ambiente de trabajo conjunto, hace que sienta al colegio casi como una familia. Esa vinculación temprana es la que ha hecho que, 25 años después, siga considerándolo un lugar al que estoy profundamente unida
Su trayectoria ha estado muy ligada a la universidad y su gestión estratégica. ¿Qué le ha aportado ese entorno y cuáles considera los principales retos de la universidad actual?
La verdad es que siempre he estado vinculada a la universidad en distintos ámbitos: fui estudiante, profesora, trabajé en Administración y Servicios y, desde hace años, soy gerente de la Fundación de la Universidad. Esa trayectoria me ha permitido moverme siempre entre el mundo universitario y el empresarial. Tanto en la Fundación como durante mi etapa en el Consejo Social —un órgano que conecta la universidad con la sociedad— he trabajado muy cerca de empresas y del entorno socioeconómico.
Ese tándem universidad-empresa ha sido siempre mi espacio profesional, un ámbito apasionante que en estos más de 25 años ha cambiado profundamente. Hoy existe un mayor entendimiento y una relación más fluida, aunque todavía queda camino por recorrer, especialmente para llegar más y mejor a la provincia y a las pymes.
La universidad es un servicio público y debe estar al servicio de la ciudadanía y del tejido productivo. El conocimiento se construye entre todos: empresas, investigadores, profesorado y estudiantes. Ahora, con el nuevo plan estratégico y un modelo de gobierno más orientado al entorno, estamos dando pasos importantes.
Aunque hemos avanzado mucho, aún quedan retos por afrontar: el crecimiento de nuevas pequeñas empresas, los desafíos tecnológicos, la inteligencia artificial… Y nuestro papel es trasladar el conocimiento que se genera aquí y ponerlo al servicio de la sociedad. En eso estamos, y cada vez hay una relación más estrecha.
Durante su estancia en la Universidad de Arizona estudió las diferencias entre el modelo universitario americano y el español. ¿Qué aprendizajes destacaría de aquella experiencia?
En 2010 tuve la oportunidad de comparar el modelo universitario español con el estadounidense, y lo primero que observé es que son sistemas muy distintos. En Estados Unidos estudiar es muchísimo más caro y la mayoría de los estudiantes necesitan solicitar créditos para poder acceder a la universidad. Aquí, en cambio, contamos con un modelo público del que debemos sentirnos orgullosos, porque garantiza una educación accesible.
Pero más allá del coste o del tipo de estudios, mi objetivo era analizar cómo se relacionaban allí las universidades con las empresas y con su entorno. Y, sinceramente, me sorprendió comprobar que no había tanta diferencia como esperaba. Encontré figuras muy similares a las nuestras: fundaciones universitarias, órganos equivalentes a los Consejos Sociales, con presencia de empresarios y representantes de la sociedad. Y también realizaban un trabajo muy parecido: gestión de prácticas, apoyo al emprendimiento, impulso de la transferencia de conocimiento y colaboración con parques tecnológicos, igual que nosotros hacemos aquí con el PITA.
La principal diferencia real estaba en la captación de recursos. En Estados Unidos la financiación procedente de empresas y entidades privadas es mucho más fuerte y forma parte natural del modelo. Aquí esa captación es mucho más complicada y aún representa un desafío. Pero en cuanto a la filosofía de colaboración universidad-empresa, me llamó la atención ver que, en lo esencial, compartíamos muchas líneas de trabajo.
A lo largo de su carrera ha trabajado en ámbitos como la innovación, la transferencia de conocimiento y el emprendimiento. ¿Por qué son claves para el desarrollo económico y social de un territorio?
A lo largo de estos 25 años he trabajado en innovación, transferencia, conocimiento y emprendimiento, pero especialmente en algo que considero clave para cualquier territorio: la transferencia del conocimiento y el impulso del emprendimiento. Son dos motores fundamentales para el desarrollo económico, social, humano y tecnológico, y en el caso de Almería han tenido un impacto especialmente visible.
Para mí, el punto de partida del desarrollo de la provincia fue la creación de la Universidad de Almería. Muchísimas personas no hubieran podido estudiar fuera por motivos económicos, familiares o sociales, y la existencia de la UAL abrió una puerta que antes no existía. Gracias a ella, el conocimiento se genera aquí y se queda aquí, y eso transforma directamente a la provincia. Yo misma tengo a mis hijos estudiando en la universidad, y la calidad es buena; luego podrán seguir formándose fuera, pero esa primera oportunidad cercana es esencial.
Además, la universidad crea a su alrededor un ecosistema que impulsa el emprendimiento: ayuda a que los estudiantes desarrollen sus proyectos, creen empresas y generen empleo. Ese tejido de pequeñas empresas y nuevas iniciativas se convierte con el tiempo en crecimiento económico real para Almería.
Y, por supuesto, la investigación. En nuestra provincia tenemos un ejemplo clarísimo: toda la investigación en agronomía, directamente aplicada al principal sector productivo de Almería. Existe una conexión muy fuerte entre los grupos de investigación y las empresas agrícolas, una relación que ha permitido innovar y mejorar un sector que es estratégico.
En definitiva, la universidad no solo forma a jóvenes, sino que retiene talento, atrae talento y genera oportunidades. Muchos que estudian aquí luego vuelven o se quedan para emprender, trabajar o investigar. Ese ciclo es el que verdaderamente impulsa el desarrollo de un territorio. Y lo estamos viendo en Almería: el campus crece, se amplía la oferta académica y cada vez más personas pueden formarse sin tener que irse lejos, algo que en el pasado era casi obligatorio. Ese cambio marca la diferencia.
Desde su experiencia, ¿qué puede hacerse para fortalecer la conexión entre la universidad, la empresa y la sociedad en Almería y en Andalucía?
Actualmente se están impulsando muchas iniciativas en investigación, empleo y emprendimiento. Una de las más destacadas es nuestro Consejo Asesor Universidad-Empresa, con alrededor de 80 empresarios, que asesora a la Fundación y, por extensión, a la universidad. Sus propuestas han nutrido el reciente plan estratégico incluyendo cientos de iniciativas sobre investigación, empleo, prácticas y emprendimiento.
La clave es escuchar a la sociedad y adelantarse a sus necesidades, aunque en una institución grande los procesos siempre van más despacio que la evolución del mercado o de la tecnología, algo que ahora se acelera con la inteligencia artificial. Por eso la universidad desarrolla programas complementarios, que capacita a los estudiantes en habilidades transversales y de emprendimiento, y Elevator Pitch, que fomenta la práctica y la actitud emprendedora.
También colaboramos con programas donde empresarios participan en el aula, tutorizan trabajos finales y ayudan a actualizar contenidos, y con colegios profesionales para conectar a estudiantes y futuros profesionales con el mundo laboral. En definitiva, existe una estrategia clara de vincular docencia, empresa y sociedad, complementando la formación académica con experiencias que preparen mejor a los estudiantes para su entorno profesional.
Como secretaria Tesorera de la Red de Fundaciones Universidad-Empresa y vicepresidenta de la Asociación de Fundaciones Andaluzas, ¿qué papel juegan hoy estas entidades en el impulso del empleo y la innovación?
Tenemos muchas cosas en común con otras universidades y fundaciones a nivel nacional, como puedo comprobar siendo secretaria tesorera de la Red de Fundaciones Universidad-Empresa. Esto permite ver que, aunque cada territorio tiene sus particularidades, compartimos retos y objetivos similares.
En Almería, a veces hemos tenido un cierto complejo de inferioridad, pero estamos haciendo las cosas bien y se nos reconoce. Un ejemplo claro es nuestro programa de formación dual, que permite a los estudiantes universitarios realizar el último año en la empresa, donde son las propias empresas las que los califican según un plan formativo. Este programa, apoyado por distintos equipos de gobierno, ha sido reconocido a nivel nacional como un caso de buenas prácticas por la Fundación Bertelsmann. Aunque no aplica a todos los alumnos, beneficia a un centenar cada año y combina formación académica y experiencia real en la empresa.
Es fundadora y patrona de la Fundación Almería Tierra Abierta, la primera fundación comunitaria de Andalucía. ¿Cómo nació este proyecto y qué impacto está teniendo en la provincia?
La fundación nació hace dos años, aunque la idea se gestó un par de años antes entre los socios fundadores. Nuestro objetivo principal es abordar uno de los mayores retos de Almería: la integración de las personas inmigrantes, mejorando sus condiciones de vida, acceso a empleo y bienestar, y facilitando su participación en la sociedad.
La fundación no sustituye a las ONG ni a la administración, sino que busca unir a todos los actores: administración local y nacional, empresas, cooperativas y otras entidades, para generar soluciones conjuntas. Esto es especialmente importante en Almería, donde muchos sectores productivos dependen de mano de obra inmigrante, y existen desafíos complejos relacionados con permisos, legalización y condiciones de vida.
Desde el inicio, contamos con el apoyo de Coexphal, Cosentino y Cajamar, que reconocieron la importancia de este reto y se involucraron activamente, aportando experiencia y recursos. La fundación pretende ser un agente facilitador para que Almería se convierta en un ejemplo de integración y colaboración entre todos los actores del territorio.
La fundación trabaja por mejorar las condiciones de vida de las personas inmigrantes que llegan a trabajar a Almería. ¿Cómo entiende usted la economía social y su papel en la cohesión territorial?
Creo que proyectos de economía social como los que impulsamos desde la Fundación juegan un papel fundamental en la integración y cohesión social en Almería. Uno de nuestros primeros proyectos fue un evento de captación de fondos en vivo, inspirado en modelos anglosajones, donde se recaudaron entre 15.000 y 20.000 euros por cada proyecto presentado.
Entre ellos, destacaba un proyecto de economía social liderado por personas latinoamericanas, que buscaban crear una empresa de multiservicios para cubrir necesidades laborales y facilitar la integración de otros inmigrantes con dificultades para acceder al empleo. Este proyecto continúa funcionando y nos da retroalimentación constante sobre el impacto de la financiación.
Además, la Fundación trabaja en difundir mensajes positivos sobre la inmigración, destacando la aportación de estas personas al desarrollo económico y social de la provincia, frente a los discursos de odio o discriminación. En conjunto, este tipo de iniciativas fomentan tanto la integración como la cohesión social en Almería.
¿Cómo ve la provincia de Almería en el presente y hacia el futuro? ¿Qué cree que necesita para seguir avanzando en competitividad, sostenibilidad y bienestar social?
En España tenemos el reto de incrementar la productividad para tener un mayor desarrollo. Veo a la provincia de Almería como un territorio con un enorme potencial, que ya destaca por sectores estratégicos como la agricultura, el turismo y la logística. En el presente, estamos en un momento de transformación, impulsado por la tecnología, la innovación y la colaboración entre empresas y universidades, lo que nos permite mejorar la productividad y generar más valor añadido.
Hacia el futuro, Almería tiene grandes oportunidades: la llegada del Corredor Mediterráneo, la mejora de las conexiones ferroviarias con el AVE y la digitalización de nuestras industrias nos permitirán ser más competitivos y atraer inversión. Al mismo tiempo, es fundamental cuidar nuestro ecosistema y nuestros recursos naturales, apostando por un desarrollo sostenible que mejore la calidad de vida de la ciudadanía.
Creo que para seguir avanzando en competitividad, sostenibilidad y bienestar social necesitamos mantener una visión integrada: fomentar la innovación tecnológica, fortalecer la cooperación público-privada, proteger nuestro medio ambiente y apostar por la formación y el talento local. Esto permitirá que Almería sea un referente de desarrollo equilibrado y sostenible en España.
Para cerrar, ¿qué mensaje le gustaría compartir con los jóvenes economistas y con sus compañeros del Colegio de Economistas de Almería?
Mi mensaje para los jóvenes economistas y para mis compañeros del Colegio de Economistas de Almería es que tengan iniciativa y pasión por lo que hacen. Que se involucren activamente en los proyectos en los que participen, aportando ideas y energía, y que busquen siempre desarrollarse profesional y personalmente. La curiosidad, el compromiso y las ganas de aprender son claves para crecer y contribuir al progreso de nuestra provincia y de nuestra profesión.







