Contamos los españoles con varios proverbios que nos pueden ilustrar más que mil palabras y éste es el caso del exitoso partido emergente VOX, a quien posiblemente para evitar lo que le está ocurriendo a su homólogo PODEMOS ha basado su estrategia en el silencio, lo que a corto plazo le puede resultar favorable, pero a medio y largo plazo podría suponerle un fracaso. Ciertamente cualquier opinión de dirigentes de VOX está resultando controvertida, lo que no debe implicar contrarrestar la controversia con el silencio, porque se asegura que “el que calla otorga” y puede inducir a pensar que “algo debe ocultar”, lo que en cualquiera de los dos casos no neutraliza la controversia generada por opiniones de sus máximos dirigentes.
No fue durante la campaña electoral sino una vez conocidos los resultados obtenidos en las pasadas elecciones autonómicas andaluzas cuando pretendí vanamente conocer la opinión de la cabeza de lista obteniendo el silencio como respuesta, lo que no debo ocultar al amable lector que me indujo a elucubrar sobre el particular. Pero llevado a cabo un acto de generosidad me puse en contacto con su superior jerárquico, quien en cuatro ocasiones se ha negado a conversar sobre VOX.
Durante las cuatro décadas que lleva EL MIRADOR ofreciendo mis opiniones políticas nunca lo he hecho durante las campañas electorales salvo alguna excepción puntual que lo justificara, por lo que el éxito de VOX en los pasados comicios andaluces llamó mi atención, razón por la que me dispuse a emitir mi opinión, pero quise hacerlo avalado por opiniones de dirigentes políticos como vengo haciéndolo, razón que ha aplazado mi opinión hasta hoy y basada exclusivamente en opiniones externas a este grupo político.
Debido a la situación en que se encuentra el espacio político conservador o de derechas en este momento, el tercero desde la muerte de Franco -con la inmediata aparición de numerosas organizaciones políticas, la desaparición de UCD que conllevaría la refundación de AP en el Partido Popular y las dos escisiones que está padeciendo el PP con Ciudadanos y Vox-, no resulta aventurado manifestar aunque sea a ‘toro pasado’ que una segregación por la derecha del PP se avecinaba como ocurriera algo más de un lustro por la izquierda del mapa político español. Conviene recordar igualmente que estos treinta años de estabilidad en la derecha del mapa político español es mérito exclusivo de Don Manuel Fraga, al haber conseguido aglutinar en el Partido Popular a todas las corrientes existentes en el espacio ideológico de la Derecha.
En este contexto no resulta ni extraño ni aventurado situar a VOX ideológicamente en la Extrema Derecha, más por la incapacidad, el complejo o el entretenimiento en los menesteres que le han provocado la expulsión del Gobierno de la Nación, del Partido Popular porque, en mi opinión, se ha encontrado con el terreno abonado como diría el castizo, por lo que únicamente le ha resultado sumamente fácil conseguir lo que se ha considerado un éxito electoral, que pienso lo ha hecho con muy poco esfuerzo.
La primera vez que yo escuché hablar favorablemente del Régimen de Franco en la década de los 90 me produjo cierta sorpresa, porque fue en torno a una mesa en la terraza de una cafetería y conversando con toda naturalidad. A final de la citada década se produciría el acceso del PP al Gobierno de la Nación, que el propio Aznar reconocería se le habían precipitado los acontecimientos y que su estrategia le situaba en casi una década posterior. Habría que situar en Aznar el comienzo del nuevo mapa político que actualmente se está conformando y que, en mi opinión, puede dilatarse con el consiguiente riesgo ante la resistencia numantina del PP a refundarse, lo que de ninguna manera puede conformarse con la sustitución de un dirigente de 60 años por otro de 40 para que todo siga igual, sino antes bien supone la reencarnación de principios por quienes inspiren la necesaria confianza basada en la coherencia y se convierta en una referencia social.