AGUSTÍN DE J. MUÑOZ SOLER
En esta primera reflexión del año, que desde 2011 vengo escasamente prodigando por tener la fundada impresión de provocar el tercer secuestro de un medio de comunicación en la democracia tras haber protagonizado el primero, parece obligado llevarla a cabo sobre el sistema democrático, al haber considerado lo que en torno a un lustro ya parece obligado por no haberse producido la necesaria renovación política que hubiese conducido hacia una regeneración, y es que los ciclos políticos en esta Nación todavía llamada España son de cuarenta años pese a la resistencia numantina que se ejercició a la muerte del General Franco y ahora por quieres fundaron el actual régimen de libertades públicas –la Derecha encarnada en el PP, PSOE y el comunismo aglutinado en IU-.
Haciendo un breve relato por las causas que han determinado ésta fundada impresión de muchos españolitos y españolitas de a pie, debo recordar que somos muchos los que nos iniciamos en la actividad política, en mi caso personal tras un paréntesis de menos de un lustro tras mi detención y consecuentemente mi expulsión de la Universidad española, por ideales, de ahí que se utilizaran en muchos casos como arma arrojadiza para desprestigiarnos. Y si en la actualidad se estableciera un cuadro comparativo entre las motivaciones por las que se ejerce la actividad política y las de entonces se podría observar que son el polo opuesto, sin matices.
En la época, que no está tan distante, se nos preguntaba a los niños por lo que queríamos ser de mayores y decíamos que arquitecto, físico o abogado, en tanto que hoy se les pregunta a los jóvenes y la práctica mayoría aspiran a ser políticos profesionales, en la seguridad, por el ejemplo que se transmite, encontrarán un elevado grado de bienestar jamás al soñado.
Bien cierto es, desde mi humilde punto de vista, que hasta la crisis económica, que en algunos aspectos hay que bendecirla por insatisfactoria que resulte al haber provocado la floración de lo mucho que se estaba encubriendo pese a ser un secreto a voces, y desde principios de la década de los 80 se ha gozado en España de un Estado de Bienestar como históricamente no se había conocido. Y en mi opinión, muchos y muchas lo han aprovechado para satisfacer su vanidad personal y una de las consecuencias ha sido la necesaria destrucción de los valores insertos en la sociedad para conseguir la corrupción social y política.
Llegado a este aspecto se me ha generado la duda de si la corrupción ha sido copiada por los personajes públicos de los españolitos y españolitas corrupt@s o a la inversa, si la corrupción se ha instalado en la sociedad por haber sido copiada de los políticos. En cualquier caso, en lo que no parece haber duda es en que el candidato político corrupto es el que mayor número de votos obtiene, el negociante menos honrado es el más valorado socialmente y el mayor delincuente es el más inteligente.
A este grado de descomposición de los valores tradicionales en las sociedades desarrolladas hemos llegado provocando la estupefacción en nuestro entorno europeo, donde un ministro alemán tuvo que dimitir por la travesura en su juventud de falsificar un título universitario, lo que en España hubiese sido motivo de ensalzamiento y admiración social.
No creo que la delincuencia haya aumentado en España durante el último lustro, porque las noticias cotidianas son de sucesos, antes bien pienso en la vieja teoría de que si se publican sucesos gana electoralmente la Derecha y si se publican temas sociales consigue más votos la Izquierda. Lo que me llama poderosamente la atención, y desconozco si es por lo que acabo de reseñar, es que el Gobierno del PP con Mariano Rajoy a la cabeza sea la primera fuerza política en España, lo que solo llego a entender por el voto cautivo o cierto grado de autoflagelación en algunos sectores sociales escindidos ideológicamente porque del Partido Popular no he conseguido conocer su ideología pese a estar afiliado, tras no haber sido tramitada mi baja solicitada públicamente también, desde que me adscribí a Alianza.
Por último, me resta por reiterar desde mi actual independencia política y económica, lo que se plasmará gradualmente en una manifestación mayor que la expresada durante el último cuarto de siglo, la resistencia numantina que están manteniendo PP y PSOE para no refundar el sistema político de libertades públicas que nos dimos en 1978, atribuido en mi opinión a los poderes fácticos de una y otra franja política, correspondiendo a la primera el capital y a la segunda sumada por sus históricos dirigentes, simbiosis manifestada en toda su crudeza cuando hubo que derrocar al Secretario General del PSOE para que gobernara el PP.