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Carboneras homenajea a Antonio Segura con un Festival Flamenco el 7 de agosto en el Castillo de San Andrés

ANA LÓPEZ OTERO

Veintiún artistas subirán al escenario del I Festival Flamenco Antonio Segura, entre ellos su mujer e hija, Antonia López y Rocío Segura

El Castillo de San Andrés de Carboneras será el escenario, el próximo 7 de agosto a las 22.00 horas, del I Festival Flamenco Antonio Segura, una velada muy especial que homenajeará la figura del carbonero Antonio Segura López (1944-2023), enamorado del flamenco y referente por su compromiso con el arte jondo y la transmisión de sus valores.

El evento ha sido presentado por el alcalde de Carboneras, Salvador Hernández, la esposa del homenajeado, Antonia López, y su hija, la cantaora Rocío Segura, acompañados por la concejala de Cultura, Ana María Caparrós, en el propio Castillo donde tendrá lugar el festival.

“Antonio Segura es una de esas figuras que han mantenido vivo el flamenco en su entorno y que han transmitido su esencia con humildad. Este festival es un acto de justicia y un homenaje a toda esa sabiduría popular y familiar que sostiene este arte”, ha destacado el alcalde, Salvador Hernández, quien también ha agradecido “la generosidad de todos los artistas que van a participar de manera desinteresada en esta primera edición y la implicación de la familia de Antonio Segura”.

El cartel del festival cuenta con la participación de 21 artistas, entre los que se encuentran nombres como El Choro, Miguel de Tena, Jeromo Segura, Miguel Ortega, Manuel Cuevas, Anabel Castillo, Pepe Sorroche o Antonio Carrión, junto a las actuaciones de Antonia López y Rocío Segura, esposa e hija del homenajeado. Un tributo colectivo que llenará de emoción el Castillo de San Andrés y que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Carboneras. Las entradas se pueden adquirir en La Barbería (Carboneras) y Taberna Sacromonte (Almería), al precio de 20 euros.

Un alma flamenca

Antonio Segura López (Almería, 1944-2023), oriundo del hermoso municipio de Carboneras, en la provincia de Almería, nació en realidad en la capital. Fue un hombre cuya vida estuvo marcada profundamente por el amor al cante y la cultura andaluza.

Aunque no fue una figura pública ni subió a los escenarios con frecuencia, su influencia en el mundo del flamenco, especialmente en el ámbito familiar y local, fue tan auténtica como decisiva. Su pasión por el cante jondo, por las raíces del arte andaluz, lo convirtió en un verdadero guardián del alma flamenca en la tierra de Almería.

Desde muy joven, Antonio se empapó del ambiente sonoro de su tierra, donde las bulerías, soleares y fandangos formaban parte del paisaje cotidiano. En este entorno, Antonio creció escuchando cantar a los mayores en reuniones familiares, en tabernas, o al calor de una noche estrellada en la costa almeriense.

Aunque no fue cantaor profesional, su conocimiento del flamenco era vasto y respetado. Supo transmitirlo con humildad y pasión, convirtiéndose en un referente dentro de su círculo. Compartía su saber con amigos, vecinos y, por supuesto, con su familia. Su hogar fue un punto de encuentro para amantes del flamenco, donde no faltaban las tertulias, los cantes por seguiriyas o tientos, y el respeto por los grandes maestros del pasado. Antonio vivía el flamenco con una autenticidad que pocas veces se ve: no necesitaba un escenario, porque su vida misma era flamenca.

La familia fue el gran legado de Antonio Segura. Junto a su esposa, la cantaora Antonia López, también profundamente vinculada al arte jondo, formaron una pareja unida por la música y por el compromiso con la cultura andaluza. Ambos fueron pilares fundamentales en la formación artística y humana de su hija, la reconocida cantaora almeriense Rocío Segura. El amor y la sabiduría que Antonio transmitió a Rocío, sumados al ejemplo de su madre, forjaron una artista de gran sensibilidad y profundidad, galardonada incluso con la prestigiosa Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas.

Antonio Segura es recordado ahora como lo que fue: un aficionado cabal, un enamorado de su tierra, de su gente y de su arte. Su figura encarna a tantos andaluces anónimos que han sido, y siguen siendo, el alma silenciosa del flamenco. Y su memoria será honrada, curiosamente, el próximo 7 de agosto, el día que se cumplen sesenta y cinco años de la muerte de uno de sus cantaores favoritos, el sevillano Manuel Vallejo.

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