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Hasta un 63% de los españoles sueña con volver al campo para escapar del estrés urbano

El teletrabajo y la búsqueda de bienestar están impulsando un cambio histórico: abandonar la ciudad para reconectar con la naturaleza, un deseo que comparte el 63% de los españoles y que asciende al 71% entre los jóvenes.Frente a esta problemática, surgen iniciativas como Traditional Dream Factory (TDF), una aldea regenerativa en la península ibérica que combina tecnología, comunidad y prácticas sostenibles. Sus residentes dejaron atrás el ritmo frenético de la ciudad para sumarse a una experiencia donde la salud personal y la regeneración del entorno van de la mano.
   
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Imagen: Traditional Dream Factory.
El agotamiento laboral y la desconexión social están empujando a miles de personas a replantearse su forma de vivir. Según datos del centro de estudios Fotocasa Research, el 63% de los españoles considera atractiva la idea de mudarse al campo, y entre los jóvenes el interés es aún mayor: un 71% sueña con dar el paso. El teletrabajo está acelerando esta tendencia, con cada vez más ciudadanos que abandonan el ritmo frenético de la ciudad en pro de la salud, la comunidad y la sostenibilidad.
Frente a esta crisis, surgen proyectos que no solo buscan aliviar el estrés, sino replantear la relación entre trabajo, salud y planeta. Traditional Dream Factory (TDF) es la primera aldea regenerativa tokenizada de Europa: un espacio donde la tecnología se pone al servicio de la naturaleza y la comunidad. Aquí, la solución a la vida acelerada no pasa por desconectar, sino por reconectar: con uno mismo, con los demás y con la tierra. Cada huerto cultivado, cada sistema de compostaje y cada construcción sostenible son parte de un objetivo mayor: regenerar suelos, restaurar ecosistemas y demostrar que otra forma de vivir y producir es posible.
Vivir para regenerar la TierraEmily, arquitecta londinense, lo resume así: “Londres me ofrecía oportunidades, pero no tiempo. Mi cuerpo pedía pausa. Tras años lidiando con una enfermedad crónica, decidió tomarse un respiro y llegó a TDF en busca de sanación“Aquí aprendí a escuchar mi cuerpo y a caminar sin prisa. Cada día es un recordatorio de que la salud empieza en la conexión con uno mismo, mientras veo cómo la tierra se regenera”.
Ese mismo deseo de reconexión llevó a Kinga, que ejercía como product manager en Berlín, a cambiar la oficina por el campo. Siempre he tenido el sueño de tener mi propia granja, con un huerto, animales, un restaurante donde se sirvan los productos del campo, un par de habitaciones para huéspedes y una oferta de actividades que combinen creatividad, conexión con la naturaleza y el mindfulness”. En TDFencontró el lugar perfecto para convertir esa visión en realidad.
Hoy, Kinga trabaja cada día en el jardín, llueva o haga sol: “Disfruto especialmente de palear estiércol de vaca bajo la lluvia, que usamos para hacer nuestro propio compost para los conreos de verduras”. Lo que empezó como dos semanas de voluntariado se ha convertido en un aprendizaje que ya dura más de siete meses“Siempre digo que es una incomodidad temporal para una vida placentera”, asegura orgullosa.
Luna, una diseñadora de lujo convertida en sexóloga somática, llegó tras un viaje por América en busca de sentido. La experiencia de vivir en una ecoaldea me ha brindado la oportunidad de desarrollar muchísimas habilidades nuevas”, asegura orgullosa. “Mi conocimiento sobre ecología, permacultura, construcción, cocina y facilitación mejora constantemente porque estoy expuesta al conocimiento de los especialistas con los que convivo y paso tiempo cada día”, apunta.
Como miembro fundadora de la aldea, trabaja en hospitalidad como mentora para recién llegados, además de participar en procesos comunitarios y en eventos. Admite que su visión del trabajo ha cambiado por completo: “Ahora vivir y trabajar son lo mismo. Puedo ser yo misma mientras dedico mis esfuerzos a regenerar el medio ambiente”.La vida en TDF no es fácil: inviernos fríos, veranos abrasadores, obras constantes. Pero entre el ruido y el canto de los pájaros surge algo más profundo: una comunidad que debate sobre gobernanza, economía local y crianza colectiva, mientras cultiva la tierra y organiza experiencias creativas. Aquí se aprende permacultura, construcción, cocina y facilitación, en un entorno donde la naturaleza marca el ritmo y la regeneración es el objetivo común.
En tiempos de crisis climática y desconexión social, volver a la raíz no es una utopía: es una necesidad. TDF se presenta como una respuesta concreta: regenerar la tierra para regenerar la vida. “Queremos inspirar a otros a dar el paso, porque necesitamos más espacios como este”, concluye Luna.

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