DR. JOSE MARIA MANUEL GARCIA-OSUNA Y RODRIGUEZ
-5 de Diciembre de 2024-
-REINA URRACA I “LA TEMERARIA” DE LEÓN. A. Erías Mtnez.
-RESUMEN-
La batalla de Alarcos/Ma’rakat al-Arak, es una batalla que se libró junto al castillo de Alarcos/al-Arak, situado en lo alto de un cerro junto al río Guadiana, el 19 de julio de 1195, entre los castellanos del Rey Alfonso VIII “el Noble” de Castilla y los almohades del califa Abu Ya’qub Yusuf II al-Mansur. Ambos ejércitos podrían haber estado conformados por unos 25.000 soldados.
«La Causa o el Conflicto político de Alarcos es el rechazo indignado de los Reyes Alfonso IX “el Legislador o el de las Cortes” de León, y Sancho VII “el Fuerte” de Navarra, quienes tras movilizar sus tropas no fueron esperados por el Rey Alfonso VIII “el Noble” de Castilla, para la Batalla de Alarcos, con la consiguiente debacle de las tropas castellanas; cuando los poderosos soldados de León y su catafracto o caballería pesada ya se encontraban en Talavera de la Reina, y los navarros en las proximidades de Madrid. La reunión en Toledo conllevó la furibunda regañina del monarca de León a su primo-carnal de Castilla, y este aceptó la merecida reprimenda. Esta derrota por los almohades sin paliativos, sobre las tropas cristianas castellanas, tendría su revancha, con la victoria de los cristianos, en Las Navas de Tolosa o de Úbeda, del 16 de julio del año de 1212» (Texto explicativo del Dr. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez. 2024).
Este es el acercamiento medieval a un importante momento de la Historia de las Españas, dentro de LA GACETA DE ALMERÍA y nuestra página ‘PERSONAJES DE LA HISTORIA’, que conllevó una importante desestabilización entre la necesaria cohesión de los cinco reinos, que serían los protagonistas regios en la gran victoria de Las Navas de Tolosa, por acción o por omisión; ya que aunque León y Portugal no estuvieron, sí participaron caballeros de ambos reinos, e incluso por León el propio hermano del soberano: PORTUGAL (Alfonso II de Borgoña “el Gordo”); LEÓN (Alfonso IX “el Legislador o el de las Cortes. 1,90 de estatura); ARAGÓN (Pedro II “el Católico”. 2,00 de estatura); NAVARRA (Sancho VII “el Fuerte”. 2,13 de estatura), y CASTILLA (Alfonso VIII “el Noble”. 1,80 de estatura).
Ahora, en el tiempo de Alarcos, algunos de los Reyes eran otros: Sancho I “el Poblador” de Portugal; Alfonso II “el Casto o el Trovador” de Aragón.
En el verano del año de 1194, el Rey Alfonso VIII de Castilla sondeó cual era el estado militar de las tropas almohades, y para ello permitió la realización de una expedición o cabalgada hacia el territorio andalusí, cuyo paladín o caudillo era el belicoso arzobispo metropolitano de Toledo, Martín López de Pisuerga. Este prelado penetró en las coras o provincias mahometanas de Jaén y Córdoba, y estragó y saqueó, de formas inmisericorde, las cercanías de la mismísima capital de los almohades (Hispalis/Sevilla), llevándose no solo todos los tesoros que sus mesnadas pudieron transportar en carretas, sino la mayor parte del ganado bovino, ovino y equino, con lo que produjo una importante hambruna entre los andalusíes.
Este ataque lo refiere el ANÓNIMO/JUAN DE SORIA cronista de la Crónica Latina de los reyes de Castilla y de León, que subraya la gran devastación que dejó en todo el territorio andalusí: “VASTAVIT MAGNAM PARTEM TERRE MAURORUM CISMARINE, SPOLIANS EAM MULTIS DIVICIIS ET INFINITA MULTITUDINE VACARUM, PECCORUM ET IUMENTORUM”.
La prepotencia bélica, necesaria para dejar las cuestiones territoriales en su sitio, de las tropas de los Reinos de Castilla y de León irritó, hasta límites insospechados, al califa de los almohades Ya’qub, quien decidió, entonces, mandar todas las fuerzas disponibles contra el atrevido monarca Alfonso VIII “el Noble” de Castilla.
Por lo tanto, preparó su marina, atravesando el mar (mare transivit), y de esta forma, conseguir lo antes posible contener primero, y luego escarmentar al monarca castellano infiel, que tenía un comportamiento inesperado y tan atrevido.
El historiador Vicente Silió Beleña (Valladolid, 1892-Fuenterrabía. 2 de julio de 1972) narra, en su obra: ‘UN HOMBRE ANTE LA HISTORIA-(1965)’ cuál fue el pretexto oficial para la invasión:
«En 1194, el rey Alfonso VIII cometió la imprudencia de retar a Yasub enviándole un mensaje en tono altanero, por el cual lo retaba a que mandase sus tropas a batirse en España o le facilitase navíos para que los cristianos pudiesen embarcar y derrotarlo en África. Hacía treinta y un años que Yasub gobernaba el Imperio almohade; contestó al de Castilla con unas breves líneas al dorso de su mensaje: “Estas son las palabras que ha pronunciado Alá, el Todopoderoso: Me lanzaré sobre ellos y los convertiré en polvo sirviéndome de ejércitos que no han visto nunca y de cuya fuerza no podrán librarse”. Leyó a sus tribus el desafío de Alfonso y escuchó, en respuesta, un gran clamorío exigiendo venganza. Con un poderoso ejército salió Yasub para Algeciras».
-ESTATUA DEL REY ALFONSO VIII DE CASTILLA. Plasencia. E. Gª Olivares.
I.-NACE EL IMPERIO DE LOS ALMOHADES.
El 28 de enero de 1143 desaparecía el emir de los almorávides Alí ibn Yusuf [Ceuta, 1083/1084-2º Emir almorávide, desde 1106 hasta su muerte en Marrakech, el 26/28 de enero de 1143].
Este Imperio mahometano proviene del nombre musulmán Al-Murabit o Al-Murabitun, y eran una especie de ermitaños. Serían unos aguerridos monjes-soldados pertenecientes a grupos nómadas del desierto del Sáhara. Su imperio estaría centrado entre los siglos XI y XII d.C., y cuya duración abarcaría entre los años 1040 y 1147.
El padre del emir citado, también emir almorávide sería Yúsuf ibn Tasufín Násir ad-Din ibn Talakakinin [1009/1010/Sáhara occidental-Marrakech, 1106]. Las crónicas islámicas lo califican como: frugal, sencillo y piadoso, reacio al lujo, vestía de lana, y comía pan de cebada, carne y leche de camella. Era de mediana estatura, delgado, de rostro atezado, barba rala, pelo crespo, de ojos negros y nariz aguileña.
Fue el modelo de monje y de soldado para las rábidas, que eran los conventos o ermitas mahometanas y, asimismo, fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en los limes de Al-Andalus con los Reinos cristianos, sobre todo de León, de Castilla, y de Portugal.
No obstante, el Reino de León y sus dependientes condados castellanos habían conseguido repoblar amplios territorios, ya en las tierras surdorianas, consiguiendo llegar hasta la parte más septentrional de Guadalajara; sobre todo las tierras de Sigüenza, el 22 de enero de 1124, por medio de las tropas del obispo Bernardo de Agen (Agen/Aquitania, ca. 1080-Huertahernando, 1152), quien sería el primer prelado sahagunino, nombrado en el año 1121 por la Reina Urraca I de León “la Temeraria” [León, 24 de junio de 1081-Reina de León entre 1109 y Saldaña/Reino de León, 8 de marzo de 1126, de una infección puerperal o una endometriosis].
La soberana del Reino de León y su ex-marido, el Rey-Emperador de León y Rey de Aragón y de Pamplona, Alfonso I “el Batallador” [Hecho, ca. 1073-Rey de León desde 1109 y 1129. Rey de Aragón y de Pamplona entre 1104 y Poleñino, 7 de septiembre de 1134], ya habían conseguido situar a los almorávides al borde de la desaparición en las tierras andalusíes.
Entre los años 1125 y 1126 “el Batallador” devastaba lo que se denominaba como “el mar andalusí”, que eran las fértiles tierras del valle del Guadalquivir y, sobre todo, la costa en Motril o en Vélez-Málaga. Se traería para tierras de León y de Aragón a más de diez mil mozárabes.
La continua búsqueda de la perfección y de la renovación religiosa por parte del Islam solo conllevaba la aparición de movimientos mahometanos cada vez más fanatizados. En este momento histórico, en el Norte magrebí estaba naciendo otro grupo más fanatizado, si cabe, que estaba muy tribalizado, era muy religioso, y cuyo fundador se llamaba Ibn Tumart (ca. 1080-1130), que pertenecía a la tribu beréber masmudí, en la Cordillera del Atlas, en el valle del Sus.
Será en la argelina Bejara donde estudiará con teólogos coránicos, y dará comienzo al reclutamiento de sus primeros adeptos; entre ellos estará su sucesor llamado Abd al-Mumin/Abdelmumén (Tayra, 1095-Salé, 24 de mayo de 1163). La doctrina era muy simple, pero muy pedagógica. Huye de Marrakech hasta la región del Gran Atlas, y allí entre los beréberes cuando consigue un número importante de adeptos, se autoproclamará IMÁN o Guía espiritual, que es el que dirige la plegaria de los fieles en la Mezquita, y luego MAHDÍ oel Guiado, que será quien dirigirá a los musulmanes antes del fin de los tiempos, este último será el enviado sin pecado de Allah-Dios, y conseguirá la destrucción de los infieles propios y ajenos.
Ibn Tumart no dejará ningún hueco vacío para que se produzca la disidencia religiosa tribal o individual. En este momento histórico, que es el año de 1122, será cuando sus adeptos son llamados ya almohades o Al-Muwahhidun, que significa “los que reconocen la unidad de Allah o Banu’Abd al-Mu’min”; quienes serán los que dominarán en el Norte de África y en Al-Andalus desde 1147 hasta 1269. Intentarán tomar Marrakech al asalto, pero se les podrá rechazar en el último momento.
Entonces, el emir almorávide Alí Ibn Yúsuf contraataca llegando hasta las estribaciones del Atlas, donde ya será aplastado. Ibn Tumart se crece y se vuelve para cercar, nuevamente, a Marrakech, pero en la subsiguiente batalla, esta vez en campo abierto, será de nuevo derrotado. Cuando Ibn Tumart muera, en el año de 1130, su heredero ya citado Abdelmumén se autoproclamará como califa/khalifa, que es el jefe supremo del Islam, desde el punto de vista religioso, civil y militar, y sucesor del Profeta Mahoma.
Mientras tanto el nuevo emir de los almorávides es Tasufín Ibn Alí [siglo XII-23 o 25 de marzo de 1145], quien está muy poco preparado para enfrentarse a los almohades, y además los Reinos de León y de Pamplona-Aragón ya lo estaban acosando. El nuevo califa de los almohades atacará a la urbe argelina de Tremecén en el año de 1145, con una aplastante derrota para Tasufín, a quien no le queda más remedio que refugiarse en la fortificada Marrakech.
Los almohades conquistan Fez, tras tres meses de asedio, y consiguen entrar, luego, en Marrakech; la alcazaba será quemada, por lo que Tasufín se ve obligado a huir a caballo hasta las playas donde le estaba esperando su flota; pero entonces, desgraciadamente, su caballo tropezó, despeñándose y muriendo el almorávide el 23 de marzo de 1145.
Su cadáver sería encontrado por los almohades y decapitado, como escarnio contra un enemigo de baja estofa. Su cabeza sería enviada al califa de los almohades y, a continuación, sus despojos serían colgados en una cruz, como se hacía con los traidores y con los infieles politeístas o cristianos.
Su hijo Ibrahim ibn Tasufin (1131-Murió en Marrakech, en 1144), sería depuesto de inmediato por su tío Ishaq ibn Alí (¿?-1 de diciembre de 1147), el cual sería asesinado por los almohades tras la toma de Marrakech, y con este quinto y último emir beréber almorávide, desaparecería, para siempre, su imperio homónimo.
A continuación, los almohades entraron, a sangre y fuego, en Marrakech, y asesinaron al total de la población, hombres, mujeres y niños, lo que se puede considerar un gesto de genocidio intercultural realizados por estos fanáticos profetas del Yihad. Tras derrotar, en el año de 1157, a una confederación de beduinos argelinos, y aplastar, sin problemas, al decadente Reino Ziri de Túnez, dinastía que había sido fundada como reino beréber de la tribu Sanhaya por Buluggin ibn Ziri Ibn Manad (¿?-Muerto el 25 de mayo de 984). Tras su muerte cuando se dirigía a Siyilmasa, para tratar de expulsar a Jazrun ibn Fulful, sería sucedido por su hijo Al-Mansur ibn Buluggin. Los Ziri recuperarían sus posesiones en la zona, tras desaparecer la dinastía de los califas omeyas de Córdoba.
-BATALLA ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES EN LA EDAD MEDIA.
II.-LA INVASIÓN DE AL-ANDALUS.
Tras conseguir sus triunfos, los almohades ya miran hacia el dominio de los corrompidos Reinos de Taifas de Al-Andalus, que tanto escándalo les producen por lo relajadas que están sus costumbres.
Por lo tanto, en el año de 1146, los almohades desembarcan ya en suelo andalusí, en concreto en Cádiz. Sea como sea, el califa almohade Abd Al-Mumin recibe a los representantes andalusíes que le solicitan su intervención para que les ayuda a aliviar la fuerte presión que están padeciendo por parte de los Reinos cristianos del norte peninsular: León, Portugal, Castilla, Navarra y Aragón. Lo hará, y llegando a la bahía de Algeciras conseguirá, a continuación, penetrar hasta las ciudades del Algarbe portugués, que van cayendo en su poder.
-EL REY ALFONSO VII “EL EMPERADOR” DE LEÓN. A. Erías Mtnez.
En el año de 1147, consiguen conquistar, ya, la capital de los almorávides hispanos, Sevilla/Hispalis, realizando la habitual gran matanza entre sus aterrorizados habitantes. El Rey Alfonso VII “el Emperador” de León [Caldas de Reyes/Reino de León, 1 de marzo de 1105-Rey/Emperador de León entre 1126 y La Fresneda/Santa Elena, 21 de agosto de 1157] considera que las taifas andalusíes ya están muy debilitadas.
«Alfonso VII tras analizar la situación de debilidad de al-Ándalus, se apresta a penetrar en Andalucía para tratar de frenar a los invasores, pero el hermano del decapitado emir almorávide, Ibn Gahiya, prefiere renunciar a su alianza con el rey cristiano y antes de que le corten la cabeza los ‘dialogantes’ almohades, se une a ellos. Después de intentar convencer por media Andalucía a los gobernadores almorávides que hicieran lo mismo que él, el intrépido converso morirá en ‘extrañas circunstancias’ en enero de 1149. Los almohades habían realizado sus primeras conquistas en la Península, dando como resultado a la mitad de 1147 la conquista del Algarve y parte de las cuencas del Guadiana y el Guadalquivir. La mayor oposición a los almohades procedía de la propia población andalusí, donde estallaban continuas revueltas contra sus métodos genocidas. Debido a esta circunstancia, algunas comarcas y taifas quedan bajo el gobierno de sus antiguos dirigentes almorávides. Así, las más importantes son las islas Baleares, Valencia y Murcia. En el caso del reino independiente de Baleares la desesperada, y a la vez intrépida, resistencia llegará al atrevimiento de organizar operaciones militares de represalia contra el propio territorio almohade africano» (“Grandes Batallas de la Reconquista. Alarcos”. Apud M. González Pérez y J. I. Lago. Editorial Almena. 2004. Página-66).
-REY FERNANDO II DE LEÓN. A. Erías Mtnez.
III.-LA TAIFA DE VALENCIA. EL REY LOBO.
En el año de 1147, la taifa de Valencia era un caso sumamente especial, al haberse independizado del poder almorávide. En este momento histórico que contemplamos, su régulo es un atrabiliario personaje, pero de una personalidad muy acusada, y llamado Abu Abd Allah Muhámmad ibn Sa’d ibn Muhámmad ibn Ahmad ibn Mardanis al-Yudhamí; cuya nómina reducida sería la de MUHÁMMAD IBN MARDANIX, denominado por los cristianos, por su astucia, valor y persistencia como EL REY LOBO [Peñíscola, 1124/1125-Rey de las Taifas de Balansiyya/Valencia y de Mursiyya/Murcia desde 1147. Fallecería en Murcia, 28 de marzo de 1172].
Era descendiente directo de una familia de la nobleza muladí, quienes son los cristianos conversos al Islam, pertenecientes al origen lógico de los mozárabes, los cuales eran los cristianos que vivían en territorios controlados por la mayoría musulmana.
Sería el emir de Valencia, controlando todo el territorio definido como el Xarq al-Andalus o el Oriente andalusí, gracias a las tropas mercenarias enviadas por su amigo el Rey Alfonso VII “el Emperador” de León, en cuyo nombre y por su auctoritas administraría la ciudad de Almería, tras la conquista de la misma por las tropas del monarca de León, en el año de 1147.
Cuando lleguen los almohades, también se enfrentará a ellos de forma totalmente valerosa, consiguiendo conquistar Jaén (1159), Baza, Guadix, Écija y Carmona, todas estas plazas entre los años de 1158 y 1560, atreviéndose, incluso, a amenazar hasta a la antañona capital omeya, Córdoba, donde la población asesinó a su alcaide almohade, y llegando a cercar a Sevilla.
Asimismo, llegó a un acuerdo con el conde Ramón Berenguer IV “el Santo” [¿Barcelona?, 1113/1114- Primus Inter Pares en Aragón entre 1137 y su muerte en Borgo San Dalmazzo/Piamonte, 6 de agosto de 1162], al que abona alrededor de 100 mil dinares de oro, suma exorbitante para la época, pero que le sirve para no ser engullido por el poderoso magnate barcelonés.
Según la Crónica de San Juan de la Peña, en lengua aragonesa, edición de Tomás Ximénez. Biblioteca Joan Lluis Vives/Alicante, 2004, se cita al conde de la siguiente forma: “Aqueste muy noble varón, prissó por muller la filla de Don Remiro rey de Aragon nombrada Peronella et después fue nombrada Vrracha, con la qual prisó el dito Regno en axuar en el año de nuestro Senyor M. C. XXX. VII… et se clamaua Princep de Aragón et Conte de Barçelona, que non quisieron consentir los aragoneses que se clamasse Rey mas su fillo Don Alfonso se clamó Rey”.
En el año de 1149, el Rey Lobo realiza un buen acuerdo comercial con la república de Pisa (República marítima entre el siglo XI y 1406, vendida por la familia Visconti a la República de Florencia), a la cual le concede ventajas y prebendas comerciales en Valencia y en Denia. Asimismo, en el verano de 1149, realiza el mismo acuerdo con la República de Génova.
En 1150, Alfonso VII conquista la fortaleza andalusí de Montoro, que estaba situada en lo alto del cerro cordobés de La Muela, dominando la vega del río Guadalquivir, cerrando, así, el paso de los almohades hacia la parte oriental andalusí, estando acompañado, en este menester, por el conde Armengol VI de Urgel “el de Castilla” (Valladolid, 1096-¿?, 20 de junio de 1154), Mayordomo-Mayor del monarca de León; y por el Rey García Ramírez IV “el Restaurador” de Pamplona [ca. 1100-Rey de Pamplona entre 1134 y Lorca/Navarra, 21 de noviembre de 1150]. En 1147 el conde de Urgel participó en la toma de Almería. En la campaña andaluza del Rey de León, este fracasará en el cerco de Jaén.
En el año de 1151, Alfonso VII y Ramón Berenguer IV firman el Tratado de Tudején/Tudilén, el 27 de enero de 1151, por el que, al haber muerto el monarca de Pamplona, “el Restaurador”, citado anteriormente: “QUE OMNIA REX DIE ILLO QUO MORTUS EST”; y como su hijo, el futuro Rey Sancho VI “el Sabio” [ca. 1133-Rey de Pamplona y de Navarra entre 1150 y Pamplona, 27 de junio de 1194] de Navarra tiene solo 17 años, ambos monarcas deciden repartirse el territorio nuclear de Pamplona, ahora ya Reino de Navarra sensu stricto, dejando al Príncipe de Aragón, Ramón Berenguer IV la reconquista de las plazas fuertes situadas al sur del río Júcar, incluyendo, lógicamente, los territorios de Valencia, Denia y Murcia que ya están en poder del Rey Lobo.
El tratado no se pudo llevar a efecto, ya que el citado Rey Lobo seguía abonando, puntualmente, las pertinentes parias al mencionado conde de Barcelona. En abril de 1151, Alfonso VII de León prepara y planifica, ya desde Toledo, el asedio a las urbes de Jaén y de Granada, lo que llevará a efecto en los meses de julio y de agosto de dicho año, y el resultado será negativo, no consiguiéndose el fruto apetecido.
El inquieto Emperador de León emprende, en el año de 1152, el asedio de la minúscula taifa de Guadix, aunque sería finalmente Ibn Mardanix el que se apoderaría de esta ciudad. En el año 1155, el soberano de León ya estuvo en condiciones de conquistar la urbe de Andújar, que se encontraba junto al gran río de Al-Andalus, el Guadalquivir.
En vista de cómo está evolucionando la situación bélica en estas tierras, el monarca imperial de León pretende involucrar a los Reyes Alfonso I “el Conquistador” de Portugal [Afonso Henriques. Guimaraes o Viseo, 25 de julio de 1109-Primer Rey de Portugal, entre 1139 y Coímbra, 6 de diciembre de 1185], y Luis VII “el Joven” de Francia [París, 1120-Rey de Francia entre 1137 hasta Melun, 18 de septiembre de 1180], pero ambos rehúsan realizar una alianza bélica contra los almohades y sus taifas aliadas.
En vista de esta inexplicable situación, el monarca legionense llega a un pacto vasallático con el Rey Lobo, y este le presta juramento de vasallaje, lo que se plasmó entregándole la fortaleza de Uclés. El monarca Alfonso VII de León está en el final de su reinado, ya que ha enfermado de un posible Ictus o Accidente Cerebro-Vascular, por lo que, ante la debilidad del otrora todopoderoso soberano, los almohades consiguen conquistar Granada, que será regida por Ibn Said, que es hijo del califa de los almohades, Abd Al-Mumin [Abd Al-Mumen Ibn Alí. Tayra, 1095-Salé, 24 de mayo de 1163]. Asimismo, Ibn Said consigue conquistar Almería (1157).
El Rey Alfonso VII “el Emperador” de León fallece a los 52 años de edad, y será sepultado en la Catedral de Toledo. Al conocer la muerte del Emperador de León, los almohades pasan al ataque, pero apenas consiguen acrecentar el más mínimo territorio recuperado para el Islam.
No obstante, Ibn Mardanis sigue plantando cara a los almohades, e inclusive se atreve a sitiar Sevilla. La muerte en el año 1172 del Rey Lobo no va a paralizar las repoblaciones ya realizadas en la cuenca del gran río Ebro, que es el curso del agua esencial de los reinos de Navarra y de Aragón. A la par que las ciudades más importantes de esos reinos impiden que los almohades lleguen a invadir el Reino de León o el de Navarra o el de Aragón o el de Portugal.
Entre los ríos Duero y Tajo, el Emperador de León ha ido repoblando las ciudades reconquistadas, y ellas serán el baluarte de los cristianos contra esos fanatizados almohades o Al-Muwahhidun. No obstante, sí consiguen detener los intentos reconquistadores de avance del nuevo soberano portugués, Sancho I “el Poblador” [Coímbra, 11 de noviembre de 1154-Rey de Portugal desde 1185 hasta Coímbra, 26 de marzo de 1211]; aunque no conseguirán recuperar Lisboa o Santarém, que ya antaño pertenecieran a los almorávides.
En este momento histórico, tan crucial, Alfonso VII comete un error absurdo para su competente inteligencia, que consiste en dividir el Reino de León y su siempre dependiente Castilla, ahora ambos con una personalidad diferenciada: para su primogénito Sancho III “el Deseado” [Toledo, 1133/1134-Rey de Castilla desde 27 de agosto de 1157, hasta Toledo, 31 de agosto de 1158] irá Castilla nuevamente como reino; mientras que el benjamín se llevará el Reino de León, sensu stricto, y es Fernando II “el Victorioso” [Toledo, 1137-REY DE LEÓN entre 1157 y Benavente/Zamora/Reino de León, 22 de enero de 1188]. En este estado de cosas, los almohades consiguen llegar hasta Talavera de la Reina y Huete, pero nunca podrán llegar a la vetusta capital de los visigodos, léase Toledo.
-REY ALFONSO II “EL CASTO” DE ARAGÓN-
IV.-EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.
Cuando muere, de forma inesperada, el Rey de Castilla, Sancho III, a los 25 años de edad, probablemente de una patología cardiovascular isquémica aguda, un IAM o Infarto Agudo de Miocardio, quizás fundamentada en algún tipo de lesión cardiaca con la que hubiese nacido; será sucedido en el trono del Reino de Castilla por su hijo de tres años de edad, Alfonso VIII “el Noble” [Soria, 11 de noviembre de 1155-Rey de Castilla entre 1158 y Gutierre Muñoz, domingo a lunes, 5 a 6 de octubre de 1214], quien en el futuro será el vencedor de los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa.
El 1 de junio de 1183 se reunieron en la localidad de Fresno-Lavandera los reyes Fernando II y Alfonso VIII, para dar por finalizadas sus diferencias y sellar un acuerdo de paz, que se pretendía fuese duradero, y donde se fijaron las villas y los lugares que pertenecían, de hecho y de derecho, a cada reino, respetando las fronteras, y así ambos y de consuno estarían capacitados para poder plantar cara al evidente peligro almohade.
El número de testigos fue importante y amplio. Pedro Fernández de Castro, Maestre de Santiago; el prior de la Orden de San Juan de Jerusalén. Los arzobispos de Toledo, Gonzalo Pérez, y de Compostela, Pedro Suárez de Deza. Los obispos Pedro de Ponte de Ciudad Rodrigo, y Diego II de Ávila; es decir un prelado por cada Reino de León y de Castilla.
Además, los magnates laicos: Rodrigo Gutiérrez Girón y Tello Pérez de Meneses por Castilla; y Fernando Rodríguez de Castro “el Leonés” y Pedro Tabladelo por León.
Pero, previamente, el 21 de marzo de 1181, ambos monarcas ya habían firmado un pacto en Medina de Rioseco, para que ambos reinos recuperasen las fronteras existentes entre los dos reinos de León y de Castilla, tal como estaban establecidas en el Testamento de Alfonso VII “el Emperador” de León.
-DIEGO LÓPEZ II DE HARO-
V.-ANTECEDENTES DE LA BATALLA DE ALARCOS.
En 1177 el monarca castellano Alfonso VIII había conquistado la alta ciudad de Cuenca con ayuda del reino de Aragón, y de su Rey Alfonso II “el Casto o el Trovador” [Huesca, 1-25 de marzo de 1157-Rey de Aragón y Conde de Barcelona entre el 18 de julio de 1164 y, Perpiñán, 25 de abril de 1196]; el concepto imperial del monarca castellano había considerado, seriamente, en bautizarla como Alfonsípolis. Esta nueva situación política conlleva que el monarca castellano intente arreglar sus complejas relaciones con los Reinos de León y de Navarra.
Inquieto, el califa Abū Yūsuf Ya’qūb al-Mansūr pactó, entonces, en 1190 una tregua o periodo de paz con Alfonso VIII, y así poder frenar el avance castellano sobre Al-Ándalus. Cuando expiraba el tratado, año de 1195, recibió noticias de que habían surgido revueltas en sus posesiones del norte de África, concretamente en el Magreb, y marchó allende el mar a pacificarlas.
Alfonso VIII, ante la expectativa del final de la tregua, había empezado a fortificar un cerro sobre el río Guadiana, que era el estratégico lugar de Alarcos, situado en tierra de nadie, un baluarte sobre un collado habitado ya en época íbera. Sin embargo, aún no tenía concluida la muralla ni asentados todos sus nuevos vecinos; pues la humedad del río al abrigo de los cerros, provocaba fiebres tercianas (fiebre o calentura intermitente que se repetía cada tercer día), y el lugar estaba muy lejano de otros, sometido al albur de conflictos entre moros y cristianos.
Los encargados de la reconstrucción de la susodicha fortaleza serían los condes Diego López II de Haro “el Bueno o el Malo” (ca. 1152, Nájera-16 de septiembre de 1214, Burgos. Señor de Vizcaya. Enterrado en Santa María la Real de Nájera: “Murió Diego López, filio del conde D. Lop, martes en XVI días de septiembre, era MCCLII”); y el IV Gran Maestre de la Orden de Calatrava, Nuño Pérez de Quiñones (¿?-entre 1182 y 1199-¿? Sepultura en el Monasterio de Monsalud de Córcoles/Guadalajara).
En el verano del año 1194, el arzobispo metropolitano de Toledo y Canciller Mayor de Castilla, Martín López de Pisuerga “el Magno” (Herrera de Pisuerga/Palencia, ¿?-encabezó la archidiócesis de Toledo desde 1192, hasta Toledo, 28 de septiembre de 1208) penetra en las coras/koras/Kurah-Territorio de Jaén y de Córdoba, saqueando la tierra hasta llegar a los propios arrabales hispalenses, Hispalis/Sevilla ya era la capital de los almohades, llevándose tesoros ingentes de oro y de plata; además, de ganado ovino, bovino y equino. Las koras eran las demarcaciones territoriales en que estaba dividido Al-Andalus, durante el emirato y el califato omeya de Córdoba.
El saqueo mencionado irritó sobremanera al califa de los almohades, quien decidió, sin ambages, movilizar a todas sus tropas contra el revoltoso soberano castellano.
El 1 de junio de 1195 desembarcó sus tropas en la línea de costa entre Alcazarseguir y Tarifa con su ejército. El emir almohade llegó hasta la saqueada Sevilla, donde no le costó demasiado reunir un ejército de treinta mil hombres, muy preparado, entre caballería y peones, aunque un contingente muy diverso formado por todo tipo de mercenarios, tropas regulares, arqueros etc., muchos de ellos sevillanos motivados por los males que les había acarreado el saqueo del codicioso arzobispo de Toledo.
Abu Yusuf alcanzó Córdoba el 30 de junio. Allí se le unieron las mesnadas fideles del conde Pedro Fernández de Castro “el Castellano o el Leonés”, señor de la Casa de Castro y del Infantado del Reino de León, quien había roto sus vínculos de vasallaje con su primo castellano, el rey Alfonso VIII, y por tanto estaba jurídicamente en desnaturatio o desnaturado, eximido legalmente, por lo tanto, de servirlo como a su señor. Pedro Fernández de Castro era hijo de Fernando Rodríguez de Castro “el Leonés”, señor de Trujillo, que al igual que su hijo hacía ahora, había combatido en el pasado como mercenario junto a los almohades.
-FACHADA ESTE DEL CASTILLO DE ALARCOS, CON LOS RESTOS DE LA TORRE PENTAGONAL Y EL FOSO INCONCLUSO.
Mientras tanto, el monarca de Castilla recibe información fidedigna sobre el peligroso avance militar de los sarracenos almohades, y sale ya desde Toledo hasta llegar a la remozada fortaleza de Alarcos. La batalla, que se aproxima, será muy sangrienta y de consideración inevitable. Como ocurrirá, en 1212, en Las Navas de Tolosa será una confrontación del ser o no ser, por lo que ambos contendientes no le darán tregua de ningún tipo al enemigo.
-CONDE PEDRO FERNÁNDEZ DE CASTRO “EL LEONÉS”-
VI.-LOS PROLEGÓMENOS REALIZADOS POR EL REY ALFONSO VIII DE CASTILLA.
El 4 de julio de 1195, el califa Abu Yúsuf salió de Córdoba dispuesto a tomar todas las represalias posibles contra sus recalcitrantes enemigos politeístas, ya que el rey de Castilla no había respetado, como era debido, las treguas pactadas. Cruzando Despeñaperros llegó hasta la fortaleza de Salvatierra, situada a los pies del gran castillo de Calatrava la Nueva, donde ya consiguió aniquilar a una avanzadilla de caballeros calatravos, cuyo IV Gran Maestre era Nuño Pérez de Quiñones. También estaban apoyados por un grupo de la Orden Militar de Santiago, esta del Reino de León, y cuyo III Gran Maestre era Sancho Fernández de Lemos (m. 1195).
Alfonso VIII que ha recibido estas desalentadoras noticias, ya ha salido desde Toledo, aunque previamente había comprometido la ayuda militar de los Reyes Alfonso IX “el Legislador” de León [Zamora/Reino de León, 15 de agosto de 1171-Rey de León desde 1188 hasta Sarria/Reino de León, 24 de septiembre de 1280], Sancho VII “el Fuerte” de Navarra [Tudela, 17 de abril de 1154-Rey de Navarra desde el 28 de enero de 1194, hasta Tudela, 7 de abril de 1234] y Alfonso II “el Casto” de Aragón, ya que los almohades eran ya tan poderosos que amenazaban a todos los reinos cristianos por igual.
Pero, en este momento histórico la fortaleza de Alarcos todavía estaba en construcción; sus fuertes muros de tres metros de espesor no estaban cerrados. Por todo lo que antecede, el nerviosismo del monarca de Castilla no esperó la llegada de las tropas navarras de Sancho VII que ya estaban en camino y, sobre todo, al que era el mejor ejército peninsular del momento, y me refiero al de su primo-hermano leonés Alfonso IX, quien ya había llegado hasta la ciudad de Talavera de la Reina. Navarros y leoneses se dirigían, pues, ya hacia Alarcos.
Sea como sea, Alfonso VIII solo pensó en cerrar el paso de los mahometanos al fértil valle del río Tajo. En estas circunstancias, el 16 de julio de 1195, el ejército agareno fue avistado, de buena mañana, y era tan numeroso que su visión aterrorizó a los castellanos.
Ruy Ximénez de Rada escribió en su De rebus Hispaniae sobre Alarcos: “Llenó los campos de varias lenguas, pues se formaba su ejército de partos, árabes, africanos, almohades… Su ejército era innumerable y como la arena del mar la muchedumbre”. (Modesto Lafuente. Hª General de España. Tomo-V. 1851).
Alfonso VIII decidió, pues, presentar batalla el propio 17 de julio, y cómo confiaba en demasía en su agotada caballería pesada o catafracto, decidió no retirarse, como hubiese debido hacer, hasta Talavera de la Reina a donde ya habían llegado las mejores mesnadas de dicho momento histórico, que, reitero, eran las tropas de su primo-carnal el Rey Alfonso IX de León.
Al día siguiente, un malhadado 18 de julio de 1195 el califa almohade tampoco aceptó presentar batalla, ya que esperaba reunir a todo su ejército, el cual ya estuvo al completo en la madrugada del 19 de julio, y colocado “a dos tiros de flecha de Alarcos”, alrededor del Cerro de La Cabeza.
VII.-ERRORES TÁCTICOS DE ALFONSO VIIII.
La precipitación del Gran Rey de Castilla puso en bandeja de plata la victoria de la milicia de los almohades, los cuales era más fácil que fuesen derrotados en campo abierto. En primer lugar, el Rey de Castilla quizás pecó de un exceso de confianza, ya que no utilizó a todos sus efectivos y, sobre todo, no esperó a sus aliados de los Reinos de León y de Navarra, todos juntos hubiesen superado con creces a los sarracenos.
En segundo término, el lugar geográfico de Alarcos era una auténtica ratonera en forma de embudo, por lo que la situación defensiva de los agarenos era mucho más coherente, que la furibunda cabalgada de los cristianos.
En estas condiciones, la tercera causa de la derrota del Rey Alfonso VIII estribó en que no utilizó la táctica defensiva correcta, que hubiese aportado mayores posibilidades para poder aguantar la embestida de los ismaelitas, con haber colocado bien a la infantería, mientras que la poderoso caballería pesada de Castilla hubiese podido aplastar a la ligera de los ismaelitas.
Todo ello tuvo un calificativo obvio, que pudo ser el de la precipitación nerviosa de la angustia provocada por el miedo a los almohades. Además, Alfonso VIII podría haber utilizado a la misma fortaleza de Alarcos como su baluarte defensivo por antonomasia, y ello hubiese obligado al califa a seguir hacia Toledo; introduciéndose, peligrosamente, en territorio enemigo, y al dejar en la retaguardia a Alarcos, cualquier ayuda que intentase llegar a los almohades sería atacada y fácilmente derrotada por las mesnadas de Alfonso VIII.
Sea como sea, Alfonso VIII no fue lo suficientemente inteligente como para pensar varias veces las cosas y, reitero de nuevo, esperar a las tropas de Sancho VII de Navarra, y de su joven primo-hermano Alfonso IX de León. Es más que posible que Abu Yusuf tuviese claramente fija la idea de conquistar el resto de Europa para el Islam, partiendo de la base de poder obtenerla en la antañona Hispania.
Pero, para ello necesitaba confiar en sus pseudoaliados andalusíes, y como había ocurrido en el caso de los almorávides, los almohades tampoco se fiaban un ápice de aquellos musulmanes que estaban tan degradados, en la consideración de lo que significaba la esencia del Islam.
No obstante, el inteligente califa de los almohades ganó la batalla con la calificación de sobresaliente. Por consiguiente, tanto almohades como castellanos se comportaron de la forma bélica más violenta posible. Como ocurriría siempre ya desde Covadonga, los agarenos no supieron o quisieron explotar las consecuencias que les proporcionó la victoria en Alarcos.
Alfonso VIII comprendió, entonces que era obligado planificar todo con más rigor y premura, y asimismo se debería contar, stricto sensu, con el resto de los monarcas cristianos, y toda esta planificación intelectual y militar tendrá su carta de naturaleza en la Batalla de Las Navas de Tolosa o Al-Iqab (16 de julio de 1212).
VIII.-LA MILICIA DE LOS ALMOHADES.
Con esta derrota Alfonso VIII de Castilla comprobó, fehacientemente, que los almohades eran mejores guerreros y mucho más peligrosos que los almorávides, con un acompañante nivel de fanatismo superior. Este hecho era palpable en como habían conseguido doblegar a los régulos de las taifas andalusíes. La táctica del terror dio los frutos apetecidos.
Los almohades tenían como táctica predilecta bélica la de las maniobras envolventes de su caballería ligera.
«Unos 2.000 jinetes africanos, excelentemente adiestrados, se sumaron a unos 3.000 andalusíes que, sin duda, actuaron también como caballería ligera bajo los mismos presupuestos tácticos de los almohades, tal y como veremos posteriormente. La infantería musulmana no superaría los 15.000 hombres, y eso apuntando bastante alto y contando a todos los contingentes almohades que participaron, como las distintas tribus. Recordemos que apenas ocho años antes Saladino había conseguido derrotar a los cruzados en Hattin al mando de un ejército que difícilmente superaría los 20.000 hombres» (“Grandes Batallas de la Reconquista/I. Sagrajas-Aledo-Uclés-Alarcos”. Manuel González Pérez y José Ignacio Lago. Almena, 2004. Páginas 72 y 73).
-REY ALFONSO IX DE LEÓN. A. Erías Mtnez.
IX.LAS MESNADAS CRISTIANAS.
Quizás una de las causas de la derrota cristiana fue una especie de complejo de superioridad, por parte de los castellanos, lo que siempre ha sido palpable, a lo largo de la historia y de forma inexplicable, sin la más mínima base histórica, en su relación con el Reino de León. En este caso, la milicia de Castilla era una fuerza con gran capacidad de maniobra.
La magnífica caballería pesada estaba conformada por 40 escuadrones, en ella estaban incluidos la propia caballería personal del monarca y las de las diversas órdenes militares del Reino de Castilla, por lo tanto, quizás serían unos 2.000 caballeros, lo que se puede considerar como un número muy importante para el Medioevo.
La infantería estaría formada por unos 9.000 soldados, y un tercio de ellos con un muy elevado grado de experiencia y un excelente equipo militar. Por consiguiente, estos alrededor de 11.000 soldados eran más que suficientes para poder llevar a feliz término aquella compleja conflagración bélica, que se tenía la certidumbre de que sería de capital importancia ganarla.
-CASTILLO DE TELLO TÉLLEZ DE MENESES-
X.-LA TÁCTICA MILITAR.
El terreno físico era muy importante para el desarrollo ulterior de la lucha, con ambos flancos cerrados por cerros, y el propio castillo de Alarcos en la retaguardia. La batalla, por consiguiente, debería haberse planteado a la defensiva, pero el orgulloso Rey de Castilla decidió salir al ataque, más desaforado y furibundo posibles, desde el primer momento.
Abu Yúsuf colocó en la vanguardia a sus soldados voluntarios, desde los denominados guzz, que eran los valerosos kurdos del Kurdistán, conformando la caballería ligera de arqueros. Luego seguía el visir Abu Yahya ibn Abi Hafs (Crónica árabe de la Conquista de Mallorca, 31 de diciembre de 1229 por causa: ‘de sus debilidades, que eran la acumulación de bienes terrenales y el interés por las vanidades del mundo’) con los contingentes tribales de los hintata/henteta, que eran las tropas almohades de élite.
La caballería se encontraba en las alas de la milicia almohade, a la izquierda la que provenía del norte de África, concretamente del Magreb, y a la derecha la que aportaban los régulos de las taifas andalusíes. En la resguardada retaguardia se encontraba el propio califa con su guardia personal, cuyos componentes eran denominados como imesebelen o los negros, que estaban encadenados entre sí, para evitar su deserción, y armados con lanzas.
En esta posición Abu Yusuf ‘así evitaba que se le nublase el juicio’. Alfonso VIII desplegó a sus hombres en dos líneas paralelas a los pies de la fortaleza. Una de ellas era la caballería pesada de las Órdenes Militares de Santiago y de Calatrava, comandadas ambas por el Señor de Vizcaya y Merino Mayor de Castilla, Diego López II de Haro. La otra línea la dirigía el propio monarca de Castilla, que sería la encargada de apoyar a la infantería para poder derrotar a los almohades.
El que la caballería andalusí fuese del tipo de ligera, le permitió envolver a la pesada castellana. El muy diestro califa de los almohades colocó a sus hombres nunca en un frente de combate lineal, sino en la típica columna montada africana; esta forma de combatir impidió que los castellanos pudieran atacar a los andalusíes.
La caballería pesada de Castilla, estructura militar creada por el Rey Ramiro II “el Invicto o el Grande” de León [ca. 898-Rey de León entre 931 y León 951. Enterrado en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León] ya en el siglo X, la cual era capaz de arrollar a cualquier tipo de infantería, fuese la que fuese, sino estaba constituida en forma de bloque.
La caballería pesada de los castellanos, como su propio nombre indica estaba constituida por caballeros, quienes eran los únicos que podían costearse un equipo tan caro, formado por las pesadas y costosas armaduras de cota de malla y, como es lógico, el caballo debía ser muy fuerte pero poco rápido. Estos caballos actuaban como una apisonadora, y se solían encontrar en dificultades si la caballería ligera enemiga era numerosa y les plantaba cara, no obstante, esto solía ocurrir en pocas ocasiones, pero sí se produjo, desgraciadamente, contra Alfonso VIII de Castilla, y en esta malhadada batalla.
La infantería sarracena se enfrentaría, en una muy eficaz maniobra de distracción a la primera línea de la caballería de los castellanos, por lo que la homónima de Alfonso VIII no consigue realizar ningún tipo de acción concluyente para los intereses de los cristianos.
-REY ALFONSO IX DE LEÓN. TUMBO-A DE COMPOSTELA-
«Aun tras haber sufrido numerosas bajas en las tres acometidas, los musulmanes de nuevo ganaron en maniobrabilidad a los cristianos: buscando el tornafuye no tardaron en reagruparse cerrando del todo la salida a la caballería cristiana en el collado del cerro de Alarcos y haciendo uso de su caballería ligera al mando de Yarmun; rebasaron a las tropas cristianas por los flancos del cerro y empezaron a atacarlas por su retaguardia, lo que, junto a la constante y concentrada lluvia de flechas de los arqueros, que se aprovechaban de la inmovilidad de ese estancamiento, y las maniobras de desgaste, acabó por encoger aún más el cerco. Fue entonces cuando Ya’qub decidió que era hora de rematar enviando al resto de sus tropas, las mejores que tenía. El ejército castellano no estaba preparado para aquella nueva táctica, y en inferioridad numérica finalmente se vio en la necesidad de huir o admitir la derrota. Aún, sin embargo, trató Diego López de Haro de abrirse paso a toda costa, pero finalmente tuvo también que refugiarse más arriba, en el inacabado castillo, el cual, tras haber sido cercado por 5000 agarenos, tuvo que rendirse»(Crónica Latina de los Reyes de Castilla y de León, edición de L. Charlo Brea. “Los árabes se mueven de una parte a otra para perdición del pueblo cristiano. Una infinita multitud de flechas, sacadas de los carcajes de los arcos, vuela por los aires y enviadas hacia lo incierto infligen heridas certeras a los cristianos”)».
Entonces, el denominado como desnaturado Pedro Fernández «el Castellano o el Leonés», por estar en el bando de los sarracenos, y cuyas fuerzas apenas habían combatido en la batalla, fue enviado por el comendador de los creyentes/el Califa almohade para negociar los términos de la rendición, y sobre todo lo que se iba a hacer con los cristianos cautivados. A unos pocos supervivientes, entre ellos el esforzado Diego López de Haro, se les permitió marchar desarmados; pero doce caballeros fueron retenidos como rehenes a cambio del pago de un rescate. En aquella situación de derrota, caos y desesperanza, el monarca de Castilla no envió a ningún representante para que acudiera a abonar el precio del rescate, por lo que el khalifa ordenó que estos caballeros fueran decapitados.
-MONASTERIO DE LAS HUELGAS REALES DE BURGOS-
XI.-ESTUDIO ULTERIOR DE LA BATALLA, SENSU STRICTO.
El Señor de Vizcaya comenzó la refriega, lanzándose a galope tendido contra la porción más débil de la milicia ismaelita, que era la de los voluntarios. Pero este embate fracasó, por lo que la primera línea castellana le hizo un pasillo a la segunda línea que también cargó con una enorme violencia; las bajas de los mahometanos ya fueron ingentes, entre ellas la de Abu Yahya. Pero, entonces, a pesar de todo, los agarenos no cedieron. Mientras tanto, el Rey de Castilla estudiaba, someramente y desde la retaguardia cuales eran sus mejores opciones:
1ª)-Lanzarse de forma furibunda para obtener el mayor rendimiento posible a la acción bélica, que él presumía victoriosa, de la primera línea de su caballería, o en 2ª)-Ir lo más pronto posible a reforzarla por si esta, en primera instancia no conseguía romper las líneas de los almohades.
Entonces, el califa aprovechó con rapidez la masacre sufrida por su infantería, por lo que al grito habitual de ‘¡Allah es grande!’ sus jinetes realizaron una precisa táctica envolvente, cabalgando con una enorme velocidad hasta la retaguardia donde se hallaba el propio Rey Alfonso VIII de Castilla; evitando atacar en línea recta, donde podrían ser aplastados por la caballería pesada de Castilla, hostigando los flancos de los caballeros cristianos, lo que produjo que su línea de ataque se desbaratase.
Esta táctica empleada por los almorávides y los almohades cuando saqueaban a los beréberes y a los tuaregs en el Sáhara, volvió a dar sus frutos positivos, y cogió, pues a los castellanos desprevenidos, porque la infantería de Alfonso VIII se encontraba detrás de la caballería de reserva y no pudo casi intervenir.
La trampa agarena consistió en que al existir un terreno de separación evidente entre una y otra línea militar de los cristianos, fue mortal de necesidad, lo que se hubiese agravado, más si cabe, cuando a las mesnadas del Señor de Vizcaya se le hubiesen ocurrido retroceder, lo que hubiese precipitado, que la infantería de los mahometanos les hubiesen podido masacrar, atacándoles por la retaguardia.
Este hecho dejó palpable que para que la caballería fuese eficaz era preciso y necesario que se la supiese utilizar de forma correcta, ya que, si su comandante se equivocaba, ella era sumamente lenta para realizar una maniobra que supusiese una victoria obvia, ya que por su estructura era incapaz de hacer efectiva una auténtica maniobra envolvente, para así poder derrotar a la caballería ligera mahometana.
En esta tesitura tan difícil, los caballeros de Diego López de Haro fueron derrotados sin paliativos y cayeron uno tras otro, huyendo despavoridos en filas deslavazadas hasta el valle del río Guadiana, y así evitar en la medida de lo posible la enorme carnicería que estaban sufriendo, pero de rechazo tampoco pudieron ayudar a su soberano, que casi se vio totalmente rodeado en cuestión de minutos. Los soldados mandados directamente por el Rey de Castilla eran asesinados sin el más mínimo problema por los almohades, tanto los infantes como los caballeros. En esta tesitura, el monarca castellano dio la orden de retirada total, y de que se refugiasen en la fortaleza de Alarcos.
XII.-TEXTOS SOBRE LA BATALLA Y LOS MUERTOS Y LOS HERIDOS.
«Obscureciose el día con la polvareda y vapor de los que peleaban, que parecía noche. Las cabilas de voluntarios alárabes, algazaces y ballesteros acudieron con admirable constancia y rodearon con su muchedumbre a los cristianos y los envolvieron por todas partes. Senanid, con sus andaluces Cenetes, Musamudes, Gomares y otros se adelantó al collado donde estaba Alfonso, y allí venció, rompió y deshizo sus tropas infinitas, que eran más de trescientos mil, entre caballería y peones. Allí fue muy sangrienta la pelea para los cristianos y en ellos hicieron horrible matanza. Había entre ellos como diez mil caballeros de los armados de hierro como los primeros que habían acometido, que eran la flor de la caballería de Alfonso y habían hecho su azalá [rezo musulmán] cristianesca y jurado por sus cruces que no huirían de la pelea hasta que no quedase hombre a vida; y Dios quiso cumplir y verificar su promesa en favor de los suyos. Cuando la batalla andaba muy recia, y trabada contra los infieles [cristianos], viéndose ya perdidos comenzaron a huir y acogerse al collado en que estaba Alfonso para valerse de su amparo y encontraron allí a los muslimes, que entraban rompiendo y destrozando y daban cabo de ellos. Entonces volvieron brida y tornaron sobre sus pasos, y huyeron desordenadamente hacia sus tierras y donde podían. Entraron por fuerza en la fortaleza los vencedores quemando sus puertas y matando a los que las defendían, apoderándose de cuanto allí había y en campo de armas, riquezas, mantenimientos, provisiones, caballos y ganado; cautivaron muchas mujeres y niños y mataron muchos enemigos, que no se pudieron contar, pues su número cabal solo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarcos veinte mil cautivos, a los cuales dio libertad Amir Amuminin después de tenerlos en su poder, cosa que desagradó a los almohades y a los otros muslimes; y lo tuvieron todos por una de las extravagancias caballerescas de los reyes». (Ibn Abdel Halim, compilador del Rawd al-Qirtas. Apud José Antonio Conde, “Historia de la Dominación de los Árabes en España”, sacada de varios manuscritos y memorias arábigas, 1820-1821).
«Tres horas habían pasado ya desde el comienzo de la batalla; era entonces mediodía, pero la polvareda levantada dificultaba la visión. El calor de la tercera semana de julio y la fatiga acumulada en la lid con las pesadas cotas de malla y las armaduras comenzaron a debilitar el vigor de la caballería pesada castellana, que se movía ya con lentitud y dificultad, fieramente estragada y menguada por venablos, honderos, ballesteros y arqueros que herían impunemente con precisión desde largo trecho aprovechándose de la escasa movilidad de la copada hueste castellana (como atestigua la cantidad de bolas de hierro y puntas de flecha, dardos y venablos hallados en una fosa común de esqueletos de cristianos y équidos, llenada tras el desastre, la conocida como fosa de los despojos junto a la muralla sur). Sobre la fama y pericia que mostraron los arqueros y ballesteros almohades en esta batalla da fe no solo la Crónica latina, sino Juan Ruiz, arcipreste de Hita, en su Libro de Buen Amor: «Traýan armas muy fuertes y ballesteros arcos: / más negra fue aquesta que non la de Alarcos« y, de hecho, parodia el hecho histórico en una parte de su «Batalla de don Carnal y doña Cuaresma«, como se ha descubierto recientemente: en este poema alegórico se da un fracaso de don Carnal (Alarcos) sobre doña Cuaresma, y una victoria (Las Navas de Tolosa) en términos que recuerdan estrechamente la “Cronica latina regum Castellae et Legionis”». (TEXTOS: Antonio de Juan García, “Historia de la fosa de despojos de la Batalla de Alarcos”/19 de julio de 2021. L. Charlo Brea. “Crónica latina”).
Dentro del número de los acompañantes castellanos del Rey Alfonso VIII voy a citar algunos nombres eximios, y cuya muerte tanto perjudicaría a la evolución ulterior del Reino de Castilla, inclusive hubo cierto miedo, o cuanto menos recelo, con respecto a los planes posteriores de los almohades, en el resto de la Europa cristiana:
-Nómina de los muertos, referidos por los historiadores medievalistas C. de Ayala Martínez y G. Martínez Díez, años 2013 y 1994):
-1º)-Juan, obispo de Ávila y 2º)-Gutierre Rodríguez Girón, obispo de Segovia, así como 3º)-Pedro Rodríguez de Guzmán y su yerno, 4º)-Rodrigo Sánchez, según consta en la Crónica latina de los Reyes de Castilla y de León al mencionar algunos de los fallecidos en dicha batalla, ‘Petrus Roderici de Guzman et Rodericus Sancii, gener eius’, 5º)-Ordoño García de Roa, los Grandes Maestres tanto de la Orden leonesa de Santiago (6º-Sancho Fernández de Lemus) como de la portuguesa Orden de Évora (7º-Gonçalo Viegas), 8º)- Sancho García “el Cabezudo”, Señor de Ayala y Salcedo. 9º)- Íñigo López II Señor de Llodio, Conde de Nájera y Soria.
Las pérdidas también resultaron elevadas para los musulmanes. No solo el visir, 10º)-Abu Yahya, sino también 11º)-Abi Bakr, comandante de los benimerines, soldados voluntarios que darían bastantes problemas, ya más organizados, al Rey Alfonso X “el Sabio” de Castilla y de León [Toledo, 23 de noviembre de 1221-Rey de Castilla y de León entre 1252 y, Sevilla, 4 de abril de 1284]. Todos ellos perdieron la vida en la propia batalla, o ya con posterioridad por causa de las graves heridas sufridas. Como había ocurrido, en el siglo X con la batalla de Simancas (1 a 6 de agosto del año 939), la noticia de tan gran batalla y consiguiente desastrosa derrota, conmovió a toda la cristiandad de Europa.
A pesar de la victoria sin paliativos, los sarracenos hicieron un mayor gasto agresivo y, por lo tanto, tuvieron más bajas, pero Abú Yusuf tenía más reservas movilizables de tropas. En total unos cuatro mil hombres, más o menos, y los castellanos unos dos mil. Tras el final de la batalla y la rendición del propio castillo de Alarcos, los cadáveres fueron enterrados en los fosos de este castillo inacabado.
Las fortalezas de la zona que cayeron en poder de los almohades fueron: : Malagón, Benavente, Calatrava la Vieja, Caracuel, etc., por lo que el camino hacia Toledo ya quedó expedito. Pero, entonces, el califa cambió de planes y decidió volver a Sevilla, para en su Mezquita Mayor ser aclamado como Al-Mansur Billah, que significa ‘el victorioso por Alláh’. Seis meses después cayó en poder sarraceno la fortaleza de Calatrava la Nueva, que era llamada el castillo de Dueñas.
XIII.-RESULTADOS Y CONCLUSIONES SOBRE LA DERROTA DE ALARCOS.
Los almohades más que irritados por el comportamiento de Alfonso VIII, se dedicaron a rematar, de forma inmisericorde, a todos los heridos y torturando, hasta la muerte a los prisioneros. Luego, levantaron altares con las cabezas cortadas de los politeístas cristianos. De forma inexplicable no supieron dirigirse hasta Toledo, que hubiese sido el remate final glorioso de la victoria en Alarcos, sino que prefirieron depredar las tierras próximas a la batalla, asesinando a sus habitantes sin piedad; algo prototípico en estos fanáticos almohades y, como ya lo habían hecho a priori los almorávides en Sagrajas contra el Rey Alfonso VI “el Bravo” de León [1040/1041, ¿?-Rey de León entre 1065 y 1072; y de 1072 al 1 de julio de 1109, Toledo].
De esta forma y cargados con un rico botín retornaron a Al-Andalus; pero los cinco reinos cristianos; León, Navarra, Aragón, Portugal y Castilla no cayeron en la trampa. Los almohades se dedicaron, pues, a poner en su sitio de moralidad obligada o impuesta a los degenerados andalusíes, y en este tiempo precioso perdido permitieron a los cristianos planificar adecuadamente lo que debería ser una correcta respuesta victoriosa.
De nuevo Vicente Silió en su obra: Un Hombre ante la Historia (1965), escribe que: “…Las tropas de Yasub eran tan superiores como para inducir al monarca cristiano a rehusar la pelea, pero se hallaba Alfonso VIII en la plenitud de su vida, con el vigor de sus cuarenta años, y no pensó en ningún instante retroceder ante el enemigo. Hubiera preferido morir antes que contemplar la gran catástrofe que se avecinaba. Y a fe que, si no hubiese sido por la intervención de algunos nobles que muy en contra de su voluntad le sacaron del castillo por una poterna (es una puerta menor, mayor que un portillo, que daba al foso de la fortaleza, o alguna de sus rampas), habría sucumbido”.
Los territorios que arrasaron hasta el año 1197, los almohades de Al-Mansur, más o menos, fueron desde las tierras de las Extremaduras leonesa y castellano, llegando hasta el valle del río Tajo, las tierras de La Mancha, y toda el área cercana a la urbe de Toledo, tratando de aterrorizar a sus habitantes, recién conquistados por el monarca legionense Alfonso VI, desde ahí se dirigieron contra las villas y pueblos de Montánchez, Trujillo, Plasencia, Talavera, Escalona y Maqueda, tanto en la Extremadura leonesa como en la castellana, de la que Plasencia era su emblema mejor.
Pero, en estas tierras se encontrarían con un enemigo de peso, que sería el conde Pedro Fernández de Castro “el Leonés”, que los rechazó sin grandes dificultades, quien tras la batalla de Alarcos había pasado al servicio del rey Alfonso IX de León, que le nombró su Mayordomo-Mayor, por su valentía e inteligencia. Estas expediciones no aportaron más tierras para el Califato almohade andalusí.
No obstante, sí consiguió crear un armisticio con el rey Alfonso IX de León, ya que el valeroso, corajudo y sanguíneo monarca de León estaba enfurecido e indignado, en grado sumo, con su primo de Castilla, por no haberle esperado antes de la batalla de Alarcos.
Asimismo, obtuvo la neutralidad de Navarra, aunque ambos acuerdos serían temporales. Entonces, Abū Yūsuf abandonó sus asuntos en Al-Ándalus regresando ya enfermo al norte de África, donde acabaría muriendo, probablemente de algún proceso patológico cardiovascular. Sería, por consiguiente, cuando en un audaz golpe de sorpresa los caballeros de Calatrava consiguieron recuperar el castillo de Salvatierra, en el año de 1198, situado en un lugar estratégico de Sierra Morena, el cual sería como una isla cristiana castellana aislada, durante los siguientes 13 años, dentro de un proceloso mar almohade; sería retomado por los musulmanes en el año de 1211.
-LOS REYES DE CASTILLA, LEONOR PLANTAGENET Y ALFONSO VIII-
XIV.-LOS REINOS DE LEÓN/ALFONSO IX “EL LEGISLADOR O EL DE LAS CORTES” Y DE NAVARRA/SANCHO VII “EL FUERTE”.
Tras esta debacle, Alfonso VIII de Castilla comenzó a crear las condiciones políticas y diplomáticas adecuadas para conformar la creación de una necesaria unidad de todos los reinos cristianos peninsulares, y de esta manera más coordinada poder hacer frente al peligroso Islam almohade; aunque los métodos utilizados de prepotencia castellana no serían los más eficaces.
Existiría una batalla, y esta si se presumiría como definitiva, que se produjo en el año de 1212 en Las Navas de Tolosa; pero, entonces, el enemigo almohade ya no era Abu Yusuf Yaqub Al-Mansur, pasado a mejor vida en Marrakech el 23 de enero de 1199; por lo que el enemigo almohade ya lo sería su fuliginoso hijo Muhámmad an-Nasir [1179 o 1181-Califa de los almohades entre 1199 y Rabat, 25 de diciembre de 1213], llamado AMIR AL-MÚNIMIN o Príncipe de los Creyentes, el ‘Miramamolín de los cristianos’, por la deformación fonética de su nombre, y personaje muy criticado moralmente por los propios mahometanos.
Sancho VII de Navarra, de 38 años de edad, quedó muy decepcionado con Alfonso VIII, por no haberle esperado en Alarcos, y se retiró, prudentemente, a su reino navarro, rompiendo las relaciones diplomáticas con Castilla.
Pero, Alfonso IX de León, que era más joven y enérgico, tenía 24 años, se dirigió con sus tropas hasta Toledo, donde enfurecido en grado superlativo, echó en cara, sin ambages, a su primo su comportamiento por no haberle esperado en Alarcos, sobre todo porque estaba claro que los soldados del Reino de León eran los mejores de la península.
Sea como sea, Alfonso IX exigió a su primo carnal Alfonso VIII, que cumpliese el acuerdo de devolverle, tal como habían quedado en el prólogo de Alarcos, incumplido por el castellano, las plazas fuerte leonesas que, arteramente, el rey de Castilla ocupaba todavía en los Campos Góticos o Tierra de Campos siempre del Reino de León.
Alfonso de Castilla se negó rotundamente, y su joven primo legionense abandonó la reunión, claramente indignado, al comprobar la falta de ética del monarca castellano. Detrás de todo ello se encontraba el deseo, que sería ya palmario en Las Navas de Tolosa, de no compartir la gloria de una plausible victoria con su primo de León, ya que el soberano de Castilla estaba seguro de que existiría una nueva conflagración bélica, que sería definitiva, con los almohades, a no tardar mucho tiempo.
XV.-LA LEYENDA DE LA JUDÍA RAQUEL DE TOLEDO Y EL REY ALFONSO VIII DE CASTILLA.
En la obra de autor Anónimo titulada: ‘CASTIGOS E DOCUMENTOS DEL REY DON SANCHO IV’, obra en prosa de finales del siglo XIII, en relación con el Rey Sancho IV “el Bravo” de Castilla y de León [Valladolid, 12 de mayo de 1258-Rey de Castilla y de León entre 1284 y Toledo, 25 de abril de 1295], hijo y sucesor del Rey Alfonso X “el Sabio” de Castilla y de León, textos publicados después del año de 1292; se refiere una leyenda, creada al efecto, para poder justificar, a posteriori, la gran debacle sufrida por Alfonso VIII en Alarcos. Y se refiere a la leyenda de la judía ‘RAHEL LA FERMOSA’ o RAQUEL DE TOLEDO.
En el año 1289, la Estoria de España del Rey Alfonso X menciona que Las Huelgas Reales de Burgos fueron creadas para pedir perdón por su amancebamiento, de siete años de duración con la susodicha hebrea toledana. Dicha Crónica alfonsina refiere QUE:
«Otrosí, para mientes, mío fijo, e toma ende, mío fijo, castigo de lo que contesció al rey don Alfonso de Castilla, el que venció la batalla de Úbeda. Por siete años que viscó mala vida con una judía de Toledo, diole Dios gran llaga e grand majamiento en la batalla de Alarcos en que fue vencido e fuyó e fue mal andante él e todos los de su regno […]. E porque el rey se conosció después a Dios […] e se repintió de tan mal pecado como éste que había hecho, por el cual pecado por enmienda hizo después el monasterio de las Huelgas de Burgos de Monjas del Cistel e el Hospital. E Dios diole después buena andanza contra los moros en la batalla de Úbeda».
Sea como sea, algunos cronistas narran que Alfonso VIII “el de Las Navas o el Noble” se dedicó a realizar obras piadosas para poder expiar sus pecados, verbigracia creando, en Burgos, junto con su regia esposa la Reina Leonor Plantagenet de Castilla [Domfront, 13 de octubre de 1160-Reina de Castilla entre 1170 y Burgos, 31 de octubre de 1214], el Monasterio de Las Huelgas Reales, casi a imagen y semejanza del creado por su suegra, la Reina Leonor de Aquitania [Poitiers, 1122-Reina de Francia entre 1137 y 1152. Reina de Inglaterra desde 1154 hasta Fontevraud, 1 de abril de 1204] en Fontevraud. En Las Huelgas sería enterrado con su regia esposa.
Además, fundaría, año de 1212, la primera Universidad o ESTUDIO GENERAL DE PALENCIA, apoyado por el obispo Tello Téllez de Meneses (Meneses de Campos, ca. 1170-Obispo de Palencia desde 1208 hasta Jaén, 1246), donde se enseñaba Teología y Artes (Trivium y Quadrivium). Sus dos alumnos más célebres serían: 1º)-Domingo de Guzmán (Caleruega, 8 de agosto de 1170-Bolonia/Sacro Imperio Romano y Germánico, 6 de agosto de 1221), presbítero castellano y fundador de la Orden de Predicadores (confirmada el 22 de diciembre de 1216) o la de los dominicos; y 2º)-Pedro González Telmo (Frómista/Palencia, ca. 9 de marzo de 1190-Tuy, 15 de abril de 1246), canónigo dominico de Palencia, era de retórica locuaz, y sería capellán del Rey Fernando III “el Santo” de Castilla y de León [Peleas de Arriba/Zamora/Reino de León, 1199 o 24 de junio de 1201-Rey de Castilla desde 1217. Rey de León desde 1230, hasta Sevilla, 30 de mayo de 1252], para terminar como prior del convento de Guimaraes.
Con esta fundación se disolvía la identidad leonesa, ya que estas tierras de los Campos Góticos habían pertenecido siempre hasta el Reinado de Sancho III de Castilla, al Reino de León. Entonces, según la Crónica del Rey Sabio, el monarca castellano recibió la visita de un hombre santo, quien le manifestó el enojo divino por su relación de fornicio con otra mujer distinta de la suya, y que por tal pecado sería derrotado en Alarcos, y que se le morirían todos sus hijos varones. La visita santificada le dice, taxativamente, que debe hacer: ‘Concimiento e arrepentimiento, y el rey se pone a hacer el monasterio de Burgos et el hospital’.
-IMAGEN DEL REY LOBO-
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-EL CONDE RAMON BERENGUER IV Y LA REINA PETRONILA-
- CURRICULUM VITAE-
- Del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”. (CSIC).
- Del Ateneo de Valladolid (Creación año-1872).
- Del Instituto de Estudios Gerundenses (CSIC).
- De la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense (CSIC).
- Del Círculo Cultural Péndulo de Baza (UNESCO).
- Del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino (CSIC).
- Del Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” (CSIC).
- Del Centro de Estudios Fenicios y Púnicos (CSIC).
- Del Centro de Estudios Históricos Jerezanos (CSIC).
- De la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés y Comarca (Año-2024).
- De la Asociación Cultural Héroes de Cavite (2024).
- Del Ateneo Jovellanos (Creación año-1953).
- De la Sociedad Española de Estudios Clásicos (CSIC).
- De la Sociedad Española de Estudios Medievales (CSIC).
- Del Instituto de Estudios Bercianos (CECEL/CSIC).
- De la Asociación Gaxarte, Luanco-Gozón.
- De la Asociación Cultural Proculto, Toro-Zamora.
- De la Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia. La Coruña.
- De la Asociación Cultural Arte, Arqueología e Historia de Córdoba.
- De la Asociación Cultural Arte, Arqueología e Historia de Bujalance-Córdoba.
- Historiador -Colaborador de la Fundación Gustavo Bueno-Oviedo.
- Del Centro de Estudios Merindad de Tudela.
- Del Centro de Estudios Linarenses-Linares/Jaén.
- De la Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo”-Plasencia/Cáceres.
- De la Asociación Cultural San Bartolomé de San Martín del Rey Aurelio-Sotrondio/Asturias.
- De la Asociación Cultural Rey Ordoño I-Villamejil/La Cepeda/León.
- De la Asociación de Amigos del Museo Marítimo de Asturias-Luanco.
- De la Asociación Cultural “Raíces Lacianiegas”-Villablino/León.
- Médico-Geriatra en Larrañaga/Domusvi
- Historiador-Diplomado en Estudios Avanzados de Historia Antigua y Medieval y Médico-Familia de Atención Primaria.
- Vicepresidente del I Concurso de Trabajos Cortos de Investigación en Historia de la Medicina en Asturias. Colegio de Médicos de Asturias.
- Médico-Valorador de Discapacidades y Daños Corporales del Colegio de Médicos de Asturias.
- 476 Críticas Literarias/Ensayo en “Todo Literatura”. Madrid.
- 49 Trabajos-Ensayos-Curriculares de Historia en “La Gaceta de Almería”.
- 53 (2023) Trabajos publicados en Dialnet.
- 35 (2023) Trabajos/Libros publicados en Regesta Imperii /Universidad de Maguncia/Mainz.
- 244 Trabajos de HISTORIA publicados.
- 41 Biografías de Músicos de Música-Académica/Culta publicadas.
- 140 Conferencias impartidas sobre Historia.
-LIBROS PUBLICADOS-
1.-EL GRAN REY ALFONSO VIII DE CASTILLA, “EL DE LAS NAVAS DE TOLOSA”. Editorial Alderabán. 2012. Cuenca.
2.-BREVE HISTORIA DE FERNANDO “EL CATÓLICO”. Editorial Nowtilus. 2013. Madrid.
3.-EL REY ALFONSO X “EL SABIO” DE LEÓN Y DE CASTILLA. SU VIDA Y SU ÉPOCA. Editorial El Lobo Sapiens. 2017. León.
4.-EL REY ALFONSO VII “EL EMPERADOR” DE LEÓN. Editorial Cultural Norte. 2018. León.
5.-URRACA I DE LEÓN. PRIMERA REINA Y EMPERATRIZ DE EUROPA. Editorial El Lobo Sapiens. 2020. León.
6.-EL REY RAMIRO II “EL GRANDE” DE LEÓN. EL “INVICTO” DE SIMANCAS. Editorial Alderabán. 2021. Cuenca.
7.-LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA. UN MITO HISTÓRICO. Editorial Alderabán. 2023. Cuenca.
8.-HERNÁN CORTÉS. SU PERSONALIDAD Y SU CARÁCTER EN EL IMPERIO AZTECA. Editorial El Lobo Sapiens. 2024. León.
9.-RAMIRO III, REY DE LEÓN. SEÑORÍO DE MUJERES. Editorial Alderabán. 2024. Cuenca.
10.-LOS CARTAGINESES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. Editorial Alderabán. 2024. Cuenca.
-REY FERNANDO II DE LEÓN. TUMBO A DE CMPOSTELA-