PRENSA ALMERIENSES
El pasado 28 de abril España vivió el mayor apagón en su historia reciente. Y Almería fue la última de todo el país en recuperar el suministro eléctrico, una situación que ha puesto de manifiesto las carencias en infraestructuras y la vulnerabilidad de la región ante emergencias de esta índole.
Mientras que en provincias cercanas situadas a unos 200 kilómetros, como Málaga o Murcia, muchos municipios ya habían recuperado el suministro eléctrico sobre las 6 de la tarde, Almería se encontraba en una situación crítica, totalmente apagada. Las capitales de estas mismas provincias incluso habían restablecido el servicio antes de la caída del sol, lo que garantizó el alumbrado público y, con ello, la seguridad ciudadana.
En Almería capital, sin embargo, comenzó a llegar bien entrada la madrugada, aunque solo en unos pocos barrios. Pero la mayoría de los barrios de capital y muchos municipios de poniente lo recuperaron cuando ya había salido el sol. Y algunos tuvieron que esperar hasta 24 horas para recibir el suministro eléctrico. Las comarcas del Levante y Los Vélez fueron especialmente afectadas, lo que generó un impacto significativo en la vida cotidiana de sus habitantes y en el desarrollo de actividades económicas.
Uno de los puntos más críticos de este apagón se focalizó en la desaladora de Carboneras, una infraestructura vital que suministra agua a una población de 100.000 habitantes. La planta recuperó su funcionamiento a lo largo de la jornada del martes, pero a menos del 50% de su capacidad, lo que comprometió seriamente el abastecimiento para toda la población. Este hecho repercutió negativamente en empresas y explotaciones agrícolas que, en plena campaña, se vieron privadas de un recurso tan esencial.
El Hospital de La Inmaculada en Huércal-Overa fue el último de todo el sistema sanitario de la comunidad autónoma andaluza en recuperar el fluido eléctrico. Durante el apagón, este hospital, como el resto del sistema, pudo mantener su operativa gracias a generadores alimentados con combustible diésel. Esta ha sido la única lectura positiva de esta crisis: saber que tenemos garantizada la energía en la infraestructura sanitaria y que tanto las operaciones en curso como los sistemas vitales críticos están garantizados.
Las imágenes de satélite proporcionadas por agencias como la NASA se han hecho virales, reflejaron de manera contundente la magnitud del apagón. En las fotografías, se podía apreciar y comparar el día de antes con el día de la crisis, con un único espacio realmente oscuro en la península ibérica: la región de Almería. Esta imagen simbólica ha resonado en nuestra conciencia colectiva, subrayando la marginación permanente que sufrimos en todos los aspectos donde intervienen nuestras instituciones, quienes deben garantizar la provisión de servicios públicos financiados gracias a nuestros impuestos.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis ha sido la falta de respuesta por parte de los representantes políticos. Tanto a nivel local, provincial, autonómico y nacional, ha habido un silencio cómplice con la Administración Central. El partido del gobierno y el de la oposición callados. La inoperancia de las “franquicias en Almería” resulta sistémica. Nadie ha pedido explicaciones ni se han reclamado medidas para abordar esta nefasta situación. Almería ha vuelto a sufrir el aislamiento, tan conocido en las infraestructuras de comunicaciones o el agua, ahora también se nos ha ido la luz.
Este apagón ha puesto de relieve la importancia de contar con una fuente de generación de energía cercana. Las zonas que recuperaron antes el suministro eléctrico fueron aquellas que tuvieron conexión directa con otros países, o que disponían de fuentes de generación de energía próximas. Almería, en cambio, la esquinada y eterna olvidada, sigue dependiendo del mismo argumento que tanto conocemos. Aquí nada llegará hasta que no haya llegado a los que nos rodean. Lo que ocurrió este Lunes Negro volverá a pasar, volveremos a ser los últimos. No es negatividad, es realismo. La gran incógnita que existe es si se hubiera retrasado tanto la reposición del servicio en Almería si la demolida central de Carboneras hubiera seguido en pie.

Este apagón debe servir como una llamada de atención a los almerienses. Debemos exigir a los gobiernos autonómico y central que tomen medidas urgentes y efectivas. Y hasta Europa debe ser consciente de la crítica situación que vivimos. No todo ha de pasar por Cataluña o Madrid. Es imperativo que se invierta en mejoras de infraestructuras de las que tantas carencias tenemos y llevamos décadas reclamando. No debemos esperar más. Es inadmisible. La región de Almería no puede ser el eterno agujero negro.