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Mario Cobo muestra y contagia su devoción por los sonidos iniciáticos del rock con clase y dominio de la guitarra

El Teatro Apolo vivió anoche una velada de lo más didáctica, reviviendo el proceso de electrificación de un instrumento que se convirtió en imprescindible desde mediados del siglo XX

“Hasta antes de su electrificación, la guitarra era un instrumento más dentro de la música popular del momento, pero fue en 1954 con el ‘That’s All Right Mama’ de Elvis Presley cuando se convierte en un símbolo definitivo. Cuando millones de jóvenes de todo el mundo quieren tener su propia banda, asentada ya con un patrón básico de guitarra eléctrica como principal, con guitarra acústica y contrabajo, convirtiéndose según los expertos en el instrumento más importante de la música en el siglo XX”.

Con esta reflexión compartida cerraba Mario Cobo anoche su concierto en el Teatro Apolo, en el marco de la programación del Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería. La propuesta ‘Mario Cobo y sus asombrosas guitarras’ deleitó al público con un excelente y cronológico repaso de la evolución de los sonidos de las guitarras desde el inicio de su electrificación en el ‘steel guitar’, “con el que se tocaba música hawaiana, que era la más popular en ese momento en Estados  Unidos. Como llegó también a teatros y circos, los músicos sintieron la necesidad de tener que tocar más fuerte para que las conversaciones no taparan el sonido de la música. Utilizaron la amplificación como lo hacía la radio y ese fue el comienzo”, detalló el guitarrista, comunicativo en cada ‘salto cronológico’ a lo largo del concierto.

Fueron dos temas con una ‘steel guitar’ del 46, con su glissando y vibrato característico, las que iniciaron el grueso del repertorio, con ‘Song of the islands’ y ‘Sleepwalk’, “un tema que conocí en la película ‘La Bamba’, en la secuencia en la que se recrea el accidente de avión que se llevó por delante a Ritchie Valens, Buddy Holly y The Big Bopper”.

Y es que el guitarrista de proyectos como Nu Niles, y miembro de bandas y proyectos colaborativos con artistas como Loquillo, Los Mambo Jambo, Kim Lenz o Mike Sánchez, ofreció durante la velada una colección de nombres sobre los que fue investigando desde que se hizo rockero, “me hice un tupé enorme y mi madre pensó ‘ya se le pasará en dos días’… Lo que ha pasado es que ahora tiene menos cantidad de pelo, pero el tupé sigue”, bromeó, hasta que se quedó más de un año un libro prestado de la biblioteca sobre héroes de la guitarra.

Desde el inicial contemporáneo Stray Cats, hasta las progresivas miradas hacia atrás, de Eddie Cochran a Gene Vincent, o Hank Williams. “Lo que ocurría cuando me gustaba una banda o un guitarrista es que miraba sus influencias y seguía yendo para atrás, y descubría que me gustaban más todavía cuanto más atrás tiraba en el tiempo”, compartió.

Del ‘steel guitar’ al ‘slide guitar’, con mención especial para Elmore James, el concierto siguió con ‘Guitar rag’ de Sylvester Weaver y ‘I Can’t Stop Lovin’ de Eddie Lang. También con paradas en la influencia del guitarrista gitano Django Reinhardt, “que perdió dos dedos en un incendio y, con todo, tocaba la guitarra de forma increíble y al que yo le veo conexiones con el rock aunque no lo fuera” o la aparición del ‘western swing’, que empezó a dar origen a grandes mezclas de estilos como el blues o el country con la electrificación, con Bob Wills como gran referente, sondando ‘Tears’ y ‘Little love, Little kiss’.

“De Texas a Oklahoma”, el repertorio continuó con referencias a Merle Travis y Ernie Ford con alusión a ‘Sixteen tones’ y muestras de ‘finger picking’, técnica que descompone los acordes para tocar a la vez ritmo y melodía, en ‘Don’t cry baby’ y ‘Panhandle rag’, de la segunda mitad de la década de los cuarenta. Entrando en los cincuenta hubo representaciones de country a través de ‘Cannonball Rag’ y la popular ‘Mr. Sandman’, de melodía inconfundible.

En el último tramo del concierto, Mario Cobo reflejó con composiciones propias cómo ha ido trabajando las distintas influencias en piezas como ‘Five more stops’, la de expresivo título ‘Go get your mule’, finalizando con ‘Gradiation’. Para los bises, todavía sorprendería con la puesta en valor de otro nombre propio como el mexicano Toño Quirazco, que incorporó el ska jamaicano en la música hawaina de la época con un ‘Reggae dub Quirazco’ y concluyendo con la fogosa ‘Alabama Jubilee’, un divertida composición centenaria cuya reinterpretación le valió a Roy Clark un Grammy en 1982.

Fue el colofón a una velada de lo más enriquecedora en el aprendizaje y de disfrute con la depurada técnica de Mario Cobo.

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